—Celia, ¿ya lo decidiste? ¿En serio quieres solicitar tu traslado al Clínica Santa María?
El director de la clínica, Samuel López, la miraba con incredulidad, sosteniendo en la mano la solicitud de traslado de trabajo de Celia.
Ella bajó levemente la mirada, dejando escapar una sonrisa amarga.
—Sí, ya lo he decidido.
Al ver su actitud determinada, Samuel suspiró, pero al final firmó la solicitud.
Apenas salió de la oficina del director, Celia se encontró con César en el pasillo. Luego, vio a Sira Núñez, quien se vestía con una bata blanca de médica, acompañada de su hijo, Óscar Núñez.
Se detuvo bruscamente al ver tal "bonita escena" porque los tres parecían una verdadera familia; Sira caminaba al lado de César, sosteniendo la mano de su hijo, mientras el niño tomaba la mano de César con una radiante sonrisa.
Dicha escena le causó tristeza e incomodidad a Celia. César los trataba con tanta paciencia y ternura, pero ella nunca tuvo la oportunidad de disfrutar de todo eso.
Sabía que él la odiaba. Sira fue su primer amor, pero Celia logró casarse con él tras un trato especial con su abuela. Solo después del matrimonio, se enteró de que ellos habían roto. Por lo tanto, para César, ella era una malvada que se convirtió en su esposa valiéndose de sucias artimañas y aprovechando su debilidad.
Sin embargo, él nunca sabría que ella lo conoció antes que Sira, pero lamentablemente, él la había olvidado.
Celia creía que, si ella se casaba con él, este la recordaría de nuevo. Y de esta manera, podría cambiar la indiferente actitud de él.
No obstante, dicho pensamiento era un error. Él la odiaba, ¿cómo era posible que la amara? Si él tuviera algo de amor hacia ella, no habría declarado a todos que seguía siendo soltero después del matrimonio, ni habría tampoco pretendido no conocerla.
—¿Doctora Sánchez? —Sira la vio y la saludó.
Al mismo tiempo, César se puso serio, clavando su mirada en Celia, como si temiera que ella revelara su vínculo.
Celia sintió un ataque de dolor en el corazón por su indiferencia, pero de inmediato recuperó la calma y reaccionó.
—Buenos días, doctora Núñez y a usted señor Herrera.
Hacía poco César había invertido en el Clínica Central y ahora era uno de los accionistas. Celia sabía que él no lo hizo por ella, sino por Sira.
Poco después del regreso al país de Sira, él le dio un trabajo en la clínica. Era una recién llegada, pero consiguió fácilmente el puesto de directora de cirugía. Todo el mundo entendía que su respaldo era César. Además, en cuanto a los rumores en la clínica, los cuales decían que él era su novio, César nunca había dado una explicación.
Sira tomó muy naturalmente el brazo de César y le respondió:
—Encantada, doctora Sánchez. Has trabajado más tiempo en la clínica, pero yo acabo de empezar mi trabajo aquí. Apreciaré mucho de su ayuda.
Antes de que Celia le respondiera, el niño abrazó a César y le pidió:
—Papá, ya estoy muy cansado. ¿Me cargas un poquito, por favor?
Al escucharlo, ella se puso tensa. ¿El niño acaso lo había llamado papá?
Sira puso cara de enojo y lo regañó:

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