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Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró novel Chapter 11

Capítulo 11

Al día siguiente, cuando Celia se despertó, Margarita ya estaba en su casa preparando el desayuno. Era cierto que César no regresó en la noche. Probablemente, se había quedado en la casa de Sira.

Ella se sentó a la mesa y, apenas iba a comer, recibió una llamada de Rosa, quien sollozaba en el otro lado

de la línea.

-Celia, que has llevado una vida difícil en esta familia, pero te pido de corazón que ayudes a Carlos

Las primeras palabras de Rosa le causaron dolor a Celia en el corazónSu madre sabía todas sus dificultades, pero, cuando se enteró de su intención de divorciarse de César, no la apoyo.

Ella apretó con fuerza el tenedor en la mano y le respondió con la voz ronca:

-Anoche ya hablé de eso con César.

No lo hizo por su familia, solo por ella misma.

-¿Y cuál fue su respuesta?

-Dijo que lo dejaría para después -Celia le repitió las palabras de César.

-Celia, sabía que no te quedarías de brazos cruzados -Rosa la interrumpió con alegría-. No te preocupes. Cuando resolvamos el problema de Carlos, no te causaré más problemas.

Tras la conversación, Rosa colgó con prisa, como si temiera que ella cambiara de idea y dejara de ofrecer

su ayuda.

Celia guardó silencio por unos segundos. Dejó de lado el celular y terminó el desayuno con calma.

Al mediodía, llegó a la clínica. Tan pronto como salió del ascensor, vio a Sira hablando con las enfermeras en la estación. Ella les había dado regalos a todas las enfermeras: eran labiales de Givenchy. 2

-Sira, jel señor Herrera es tan bueno contigo!

-¡Exactamente! Él persigue a Sira, pero nosotras también recibimos regalos. Ay, ¡qué amor empalagoso!

Sira sonreía e iba a decir algo cuando vio a Celia. Sacó una de las cajas de regalos y se le acercó.

-Celia, estoy repartiendo regalos a todas las colegas. Y esto es para ti.

Celia echó un vistazo a la cajita. Todas las colegas habían recibido sus regalos, si ella la rechazaba, ellos lo considerarían una arrogancia y ella se convertiría en el objeto de las críticas. Sin otra opción, aceptó el regalo y le respondió:

-Gracias.

Luego, pasó junto a Sira y entró en su oficina, dejando el regalo en el armario. Aunque lo había aceptado,

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Capítulo 11

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nunca lo usaría.

En ese momento, Sira la siguió a la oficina con la misma sonrisa en la cara.

-Celia, ¿conoces a César?

Celia estaba encendiendo su computadora, y sus movimientos se detuvieron al escucharla. Vio cómo Sira la examinaba con la mirada y dejó escapar una sonrisa amarga.

-No nos conocemos bien.

-Pensé que eran muy buenos amigos -Sira fingió sentirse decepcionada y continuó, sonriendo. -No importa. Cuando necesites ayuda, dímelo. Puedo pedirle ayuda a César por ti. Es un hombre muy caballero. ¿Sabes qué? Anoche, cuando a mi hijo le dolía la pancita, vino a cuidarlo toda la noche.

Celia contuvo la respiración. En realidad, supuso que César se había ido a buscar a Sira, pero no esperaba que la razón real fuera la enfermedad del hijo de Sira.

Ella recordaba los momentos en los que no se sentía bien, deseaba tanto que César estuviera a su lado, cuidándola, pero lo único que recibía era su indiferencia.

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