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Capítulo 124
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Capítulo 124
Pasaron unos segundos antes de que Celia reaccionara, se rio de sí misma con amargura. Su voz sonó áspera al
hablar.
-Hace tanto que no la preparo… Ya perdí la práctica.
-No es falta de práctica -replicó él de manera directa-. Es que ya no quieres preparármela, ¿cierto?
Celia lo miró desconcertada. En los seis años de su matrimonio, nunca lo había visto con ese aire desalentado. Al menos, nunca lo había mostrado frente a ella.
No sabía cuánto él había bebido exactamente esa noche, pero estaba claro que no estaba tan ebrio como para perder la lucidez. El parecía estar sobrio, incluso más sobrio que nunca…
Ella apretó los puños y desvió la mirada.
-Está bien. Puedo prepararte la sopa, pero con una condición: a partir de hoy, mantente lejos de lo de Carlos.
La mirada de César se clavó en ella.
-¿Solo me pides eso?
-Quiero tu promesa.
Observó cómo ella encendió la grabadora de su celular. Apoyó los codos en la barra, con una sonrisa en sus ojos.
-Claro. -Aceptó su petición sin dudar nada más.
Celia se dirigió a la cocina. Había preparado esa sopa tantas veces que podía encontrar los ingredientes casi por instinto.
Desde la barra, César la observaba con expresión pensativa. Su celular vibró en ese momento. Vio que era un mensaje de Sira, pero lo ignoró y apagó la pantalla.
Pronto, Celia regresó con la sopa. La dejó en la mesa y se quitó el delantal.
-Dormiré en la habitación de invitados. El dormitorio principal es tuyo.
Dicho esto, se dio la vuelta, dispuesta a marcharse.
-Espera. —La detuvo.
Ella se detuvo en seco y se giró a mirarlo.
-Mañana necesitaremos regresar a la casona. Ve a dormir temprano. -Le informó con voz suave.
Ella apretó los labios antes de responderle en tono sereno.
-Bien.
Sin más palabras, cada uno se retiró a su cuarto.
Capítulo 124
***
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A la mañana siguiente, después del desayuno, regresaron a la casona juntos.
Marina los recibió en el jardín. Celia entró en la sala de estar detrás de César, manteniendo la distancia habitual.
Además de Valeria, también estaban sus suegros.
-Abuela, papá, mamá–los saludó Celia a cada uno como de costumbre.
Víctor, con expresión seria, fue directo al grano.
-Celia, ¿podrías explicarme un poco sobre las fotos del niño?
Ella parpadeó sorprendida, y su mirada pasó rápidamente por César. Fue ella quien había enviado las fotos a Marta, así que no le preocupaba que la familia lo supiera. Pero no esperaba que Víctor la interrogara a ella en lugar de a su propio hijo… ¿Acaso fue porque ella quien había reenviado las fotos?
Ella apretó ligeramente los puños y sonrió con calma.
—Papá, no conozco al niño. Vi las fotos por coincidencia. Será mejor que le pregunten a César.
-No es mi hijo -aclaró César mientras se servía un té sin prisas.
David dejó de lado las piezas de ajedrez que tenía en sus manos.
-Si no es tu hijo, está bien. Pero, César, tienes obligaciones como hombre casado. Y, además, como heredero, todas tus acciones llamarán la atención ajena y tendrán consecuencias. Sin importar que sean tus verdaderas ideas, arregla bien tus asuntos personales.
César asintió brevemente.
-Entendido. Lo haré.
-Más te vale.
David recibió una llamada de su asistente personal. Pidió a una sirvienta que le pasara su chaqueta y luego se levantó de la silla.
—
-Mamá, tengo algo urgente que atender. No cenaré en casa hoy le dijo a Valeria con respeto.
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