Capítulo 134
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Al recibir la terrible noticia, Celia se dirigió directo a la morgue del hospital. Al entrar, vio a Rosa, pálida, custodiando junto al refrigerador. Por más que los médicos intentaban persuadirla, se negaba a moverse.
Doctora Sánchez, es su familiar. Quizás usted pueda convencerla.
Los médicos presentes miraron a Celia con compasión.
Después de que los médicos se fueran, Celia caminó paso a paso hacia el refrigerador. Al ver al hombre de mediana edad que estaba adentro, quien tenía ese rostro tan familiar que le provocaba amor y odio a la vez, apenas pudo contenerse.
Había visto miles de muertos antes. En el hospital, cada día morían muchas personas por enfermedades, accidentes o porque los esfuerzos de reanimación fallaban. Pero ver a un familiar muerto ante sus ojos era una experiencia y un impacto completamente diferentes.
El corazón de Celia palpitaba de forma agitada. Tenía que inhalar profundo para calmarse, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
-Mamá, ¿qué ocurrió? Es solo una broma, ¿cierto? Para que no me divorcie, ¡papá hizo todo este teatro a propósito para que yo cediera, ¿no es así? Mamá, ¡habla! ¡Dime que sí, por favor!
El colapso de Celia hizo que Rosa volviera en sí de su dolor. Mirando a Celia, su silencio se convirtió bruscamente en un mar de lágrimas. Sus labios ya secos se abrieron lentamente, y luego salió su voz ronca:
-Es cierto. Él murió.
Celia se calló. Permaneció de pie, rígida, durante un largo tiempo. Después, con esfuerzo, logró apaciguar todas sus emociones temporalmente.
-Mamá, dime, ¿qué pasó con exactitud?
Al ver a Rosa en silencio, Celia le agarró los hombros con suavidad.
-¡Mamá! ¡Dime rápido qué sucedió!
-Fue… fue Sira…
La expresión Rosa se ensombreció y le contó entre sollozos todo lo ocurrido.
Celia escuchó todo el proceso sin expresión. Permaneció callada durante un largo rato. Cuando se dio la vuelta para irse, Rosa la agarró.
-Celia, ¡no vayas a buscarlos! No tenemos pruebas de lo sucedido, ¡no podremos con ella…!
La voz de Celia sonó ronca.
-¿Pruebas? Las tendremos.
Dicho esto, se fue sin mirar atrás.
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Capitulo 134
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Óscar, tras caer de la azotea, ya estaba fuera de peligro después de la reanimación y pronto fue trasladado de la UCI a una habitación normal.
–César, ¿sabes qué? Casi me mori del susto. Por suerte, Osqui está bien. Si no, me arrepentiría para siempre. Sira arropó bien al niño y miró a César, quien revisó pensativo el frasco de suero. Parecía estar un tanto distraído.
-¿Por qué ellos estaban allí, cerca de tu casa?
Fue por Celia -explicó Sira mientras se acercaba temerosa a él, con los ojos enrojecidos-. Dijeron que Celia se casó contigo y me insultaron diciendo que yo era la amante. César, ¿de verdad estás casado?
César retiró la mirada y le respondió con un tono indiferente:
-Fue una decisión de mi abuela.
Sira ocultó el odio en sus ojos.
“¡Lo sabía! ¡Esa maldita vieja bruja es el mayor obstáculo!“, maldijo ella en su interior.
-No sabía que estabas casado, y…. ahora entiendo por qué Celia me malinterpretó…-murmuró Sira mostrando plena inocencia—. César, si esta vez a Osqui le pasa algo malo, me temo que…
-Tranquila eso no pasará. -César la interrumpió con una cara seria.
Sira bajó la mirada.
-De todos modos, Osqui es un ser inocente. No tiene una familia completa, tampoco un padre… Y ahora le sucedió algo terrible… Ya no sé qué hacer… ¿Mejor me voy de la capital con él?
-Sira -César la llamó por su nombre. Su rostro apuesto mostró una mezcla de emociones y, en sus ojos había además un rastro de culpa—, no tienes que ir a ningún lugar con Osqui.
Ella vaciló por unos segundos.
-Pero…
-En cuanto a la familia Sánchez, me encargaré de convencerlos. Respecto a Osqui…
César hizo una pausa breve, frotando la esfera del reloj con la yema del dedo y mirándola fijamente.
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