Capítulo 187
-¿Hum?-Hizo César con confusión.
Ella bajó la mirada, dudando.
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-Creo que esto es muy extraño. Cuando Óscar cayó al agua, no había nadie cerca, pero Sira pudo descubrirlo por “casualidad“. ¿Será ella quien lo organizó?
César miró a Rocío y entrecerró los ojos.
-¿Quieres decir que Sira empujó a su hijo al agua y montó todo este teatro?
-No sería raro… -Ella recordó algo y continuó-: ¿Celia está embarazada?
-¿Quién te lo dijo?
-Nada. Es solo una pregunta normal…
Después de todo, en esa llamada de Sira, ella quería deshacerse del bebé de cierta persona. La idea general era que, si no eliminaba a ese bebé, no podría convertirse en la esposa de César. Pero, aparte del hijo de Celia, ¿quién más sería un obstáculo en su camino?
No digas tonterías. Óscar es su hijo. ¿Cómo podría una madre hacerle daño a su propio hijo? —dijo César. Se ajustó el saco del traje y entró a la sala.
Al ver que no tomó en serio sus palabras, Rocío refunfuñó. ¡Total, era hijo de ella, no el suyo! ¡Para qué le importaba!
***
Sira regresó a la clínica con la cara sombría. Cuando llegó al estacionamiento subterráneo y estaba por bajarse del auto, un hombre la agarró del cuello y la arrastró al asiento trasero. Forcejeó asustada. Al reconocer al hombre frente a ella, se calmó.
-¿¡Quieres matarme del susto!? -Se enfureció.
La voz de Alfredo sonaba gélida.
-¿Te di permiso para lastimar a Celia?
Ella se sorprendió. Tras reaccionar, sus dedos se deslizaron dentro de su camisa.
-Solo quise que abortara, no matarla. Además, es hijo de César, no tuyo -dijo con voz melosa y seductora.
Alfredo se tensó. Los movimientos de Sira se volvían cada vez más atrevidos, acariciándolo de manera apasionada.
Capitulo 187
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Alfre… no te enojes. Hace tanto que no nos vemos. ¿No me extrañas?
Alfredo admitió que Sira tenía un encanto en cuanto al sexo. Conocía cada uno de sus puntos sensibles y sabía medir muy bien sus acciones. Aunque él no tenía ganas de hacerlo en ese momento, su cuerpo igual reaccionó.
La volteó con brusquedad, evitando mirar su cara. Sin la más mínima ternura, hizo todo solo para desahogarse… Cuando todo terminó, él se vistió sin prisa.
-Nunca vuelvas a actuar sin mi permiso. De lo contrario, conoces mis métodos -le advirtió.
Sira se puso de nuevo las medias, sonriendo al aceptar.
-Entendido. 1
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