Capítulo 224
Antonio y su amigo estaban sentados en un pabellón, inmersos en una partida de ajedrez. Antonio vestía un traje casual de seda de estilo holgado, con su cabello entrecano peinado con meticulosa precisión. Entre sus dedos, sostenía una cruz de olivo artesanal.
Alejandro se acercó al pabellón y, al mismo tiempo, Antonio levantó la cabeza. Su mirada se posó en Celia, que estaba detrás de Alejandro. De inmediato, mostró una sonrisa radiante.
—¡Celi! — la saludó Antonio.
Ella le sonrió e hizo un gesto respetuoso para responderle.
-Maestro.
El hombre de mediana edad que jugaba contra Antonio también se volvió hacia ella.
-Doctora Sánchez, nos volvemos a encontrar.
-¿Señor Juárez?
-Me alegra verte de nuevo. -Sonrió Rodolfo, mirando a Antonio-. No sabía que la doctora Sánchez era su alumna. Con razón tiene tanto talento a su edad…
Celi es muy talentosa. Es mi alumna favorita —dijo Antonio, abandonando su estrategia ofensiva para adoptar una defensiva—. No te decepcionó, ¿cierto?
-Gracias al destino. Rio Rodolfo.
-Celi, ¿el señor Juárez te puso alguna dificultad? -preguntó Antonio, alzando una ceja con expresión juguetona. Aunque ya no era joven, ante los demás siempre actuaba como un viejo travieso lleno de energía.
Rodolfo pareció algo avergonzado. Celia se sentó junto a Antonio y le respondió en tono bromista:
-Por supuesto que no. Soy su alumna. Si hubiera hecho mal la cirugía, lo habría avergonzado. Si eso pasara, no podría seguir usando su nombre para fanfarronear con los demás en el futuro, ¿tengo razón?
Antonio se rio, divertido.
-Después de todos estos años, ¿aprendiste a halagarme?
Después de charlar un poco más, Rodolfo se fue por algo urgente. Celia y Antonio paseaban por el interminable campo de plantas de té.
-Maestro, la señora Valeria Herrera ya nos encargó el proyecto de nanoterapia mitocondrial. Pero
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+25 BONUS
para la colaboración posterior con El Valle Dispositivos Médicos, no quiero aparecer frente a ellos durante todo el proceso…
-¿Por qué? ¿Temes encontrarte con alguien que no quieres ver?
Antonio conocía su situación con la familia Herrera. De hecho, cuando Celia decidió casarse con César, él había estado en contra de su decisión. De no haberse casado, probablemente ella ya habría
heredado su carrera en la medicina. 1
Ella bajó la mirada, permaneciendo en silencio. Al ver su culpa, Antonio le habló con mucha paciencia.
-No te estoy culpando. La mayoría de los jóvenes son imprudentes. Solo fue una mala decisión. Aún eres joven y encontrarás a un hombre que te trate bien en el futuro. En cuanto a ese tipo de los Herrera, trátalo como a un pedo. Déjalo ir, punto y final.
Al ver cómo Antonio abría y cerraba la palma de la mano, soltando un “pedo” inexistente, Celia no pudo evitar reír.
-¡Tiene razón! -le respondió sonriendo.
***
Mientras el horizonte devoraba lentamente el último hilo dorado del atardecer, el crepúsculo se extendía poco a poco. En Cielo Adorado, la música y la danza llenaban el salón de baile con el bullicio
de la fiesta.
César había reservado toda la planta superior. Allí, bebía solo, en marcado contraste con el bullicio de abajo. El ambiente era frío y solitario, completamente fuera de lugar. En ese momento, Nicole se acercó con otro hombre.
-Puede hablar con el señor Herrera -le dijo. Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y se fue.
El hombre negó con la cabeza y se sentó frente a César. Parecía venir directamente del trabajo, incluso llevaba puesto su gafete que decía: “Psicólogo Infantil“.
-Dios, mi estimado señor Herrera, ¿me llamaste para que cure tus males del corazón? Soy psicólogo infantil. ¡No trato con adultos!
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The readers' comments on the novel: Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró