Capítulo 269
-Soy Celia Sánchez. -Ella se volvió con calma-. ¿Y usted…?
Lola la examinó con desaprobación..
-Soy la mamá de Alfredo. Como resultó herido y hospitalizado por tu culpa, vine a ver qué
encanto tiene la mujer que lo volvió tan imprudente. Bueno, es cierto que tienes una cara
bonita.
¿Alfredo estaba herido y hospitalizado? Celia se tensó.
-Señora, no tengo ninguna idea sobre esta situación.
Ella resopló con indiferencia.
-¡Claro que no lo sabías! Pero él se enfrentó a César por tu culpa. ¡Eres la culpable!
-Si se enfrentó a César, ¿por qué no va con él en lugar de conmigo?
La señora se atragantó con las palabras y su cara también se oscureció.
-Saldaré las cuentas con César… Pero tú, escucha, ¡no te aferres a mi hijo!
-Nunca me he aferrado a él. Puede verificarlo usted misma -le refutó. Sin ganas de discutir, quiso marcharse.
Pero la otra parte insistió mucho, agarrándola con fuerza.
-Si no te sientes culpable, ¿por qué huyes? Eres tan joven, pero, ¿solo piensas en seducir a los hombres para ganarte la vida? ¿Acaso su madre no te enseñó decencia? -Maldijo Lola sin compasión.
Ella se liberó bruscamente con expresión sombría.
-Mi madre murió. ¿Quiere enseñarme usted?
Lola no lo esperó. Después de todos estos años, ¿una joven insignificante se atrevió a
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Capitulo 269
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hablarle así? La humillación la ardía por dentro. En ese momento, una enfermera pasaba
con un carrito médico. La señora tomó al azar una bolsa de sangre y ¡la aventó contra Celia! Todo había pasado tan rápido que la enfermera no pudo impedirlo, ni Estrella logró
reaccionar, mucho menos Celia.
¡Pa! La bolsa de sangre golpeó a alguien antes de caer al suelo, pero Celia no sintió dolor. Al alzar la vista, vio a una figura interponiéndose frente a ella. La bata de Nicolás estaba manchada de sangre. Palideció, con su cara apuesta ensombrecida. Celia se sorprendió
mucho.
-Doctor…
Nicolás se quitó la bata de inmediato, sin responderle. En su lugar, habló con Lola:
-¿Por qué causó tal escándalo en la clínica? Eso avergonzará a la familia Suárez.
Lola reconoció a Nicolás y se puso nerviosa al instante.
-Nicolás, ¿por qué…? ¡Es un asunto entre ella y yo!
-Si César es el culpable, debe desahogarse con los Herrera. Está en una clínica, un lugar público, no el patio de su casa.
Antes, cuando visitaba a la familia Suárez, Nicolás siempre le había mostrado suficiente respeto. Después de todo, él y Alfredo se habían conocido desde niños. Pero en ese
momento…
Lola miró a Celia detrás de Nicolás. Entendió que esta mujer no era nada simple.
-Está bien. Ya que has intervenido, hoy la dejo irse así le dijo, luego fulminó a Celia con una mirada amenazante-. ¡Algún día saldaremos esta cuenta!
Tras decirlo, se fue con arrogancia. La bata en manos de Nicolás era como una bomba que iba a estallar. No podía sostenerla ni tirarla. Tenía su mirada llena de disgusto. Al ver que los colegas aún estaban viendo el espectáculo, su expresión se tornó más seria.
-¿No tienen nada que hacer? —¿No
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