Capitulo 334
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Capítulo 334
-No sé respondió Celia con indiferencia.
César le tendió la caña de pescar.
-Te enseño.
-No hace falta. -Rechazó ella, tomando la caña y observando cómo Ben preparaba el cebo. Podía copiar su técnica en el acto.
Sin embargo, carecía de paciencia. Después de casi veinte minutos de espera sin que la boya se moviera, estaba a punto de rendirse. Entonces, César miró su reloj y sonrió:
-¿Ya se te acabó la paciencia?
-Pues, no tengo tanto tiempo libre como usted, señor Herrera.
-¿Soy el único ocioso aquí? -Él lanzó una mirada hacia Ben-. El señor Rojas debe tener más tiempo libre que yo, ¿no es así?
Ben tomó una botella de agua que estaba junto a su silla y la abrió.
-Bueno, no necesito trabajar. ¿Quiere competir conmigo en ocio?
César observó la superficie del lago donde había suaves ondulaciones.
-¿No va a hacerse cargo de los negocios familiares? ¿Planea dedicarse a formar a esa “señorita Rojas” como una heredera?
Ella aguzó el oído para escuchar esa conversación. Ben bebió un sorbo de agua y se detuvo.
-Señor Herrera, ¿por qué se interesa tanto en los asuntos de nuestra familia?
-Solo siento curiosidad —respondió, con una sonrisa leve―. Nadie ha visto a la verdadera hija de los Rojas que se había perdido durante décadas. ¿Cómo pueden estar seguros de que esa mujer es la persona que buscaban? ¿ Solo con una cruz de plata y el resultado de la prueba de parentesco?
Ben captó la insinuación en sus palabras y guardó silencio. De pronto, la boya de Celia se movió. Una chispa de sorpresa pasó por sus ojos.
-¡Picó!
Recogió de inmediato el sedal. Era una carpa de tamaño mediano.
-¿Es un regalo para los principiantes…? -Jacob se quedó boquiabierto.
Si los pescadores experimentados estuvieran presentes, habrían recogido sus cañas para irse.
-Qué suerte tienes… -Ben sonrió, mirándola.
Ella devolvió el pez al agua.
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-Qué lástima. Este tipo de pez tiene muchas espinas y un sabor muy fuerte. No es sabroso.
Al verla alegre, César dejó escapar una leve sonrisa, sin poder apartar la mirada de ella. Ben siguió la mirada de él hacia Celia. Por un instante, se sorprendió: desde su ángulo, se parecía a su madre de joven…
Al mediodía, partieron del lago. Después de ver cómo Ben y Jacob se marchaban, Celia bajó la mirada. Al final, no había podido entregarle la evidencia en persona. Dentro del auto, César bajó la ventanilla.
-¿Tan difícil se te hace separarte de él? (1)
Ella retiró la mirada y subió al auto sin prisa. Nicole la miró por el espejo retrovisor y le preguntó:
-Señora, ¿quiere regresar al hotel?
-Si-respondió ella.
Sin esperar la confirmación de César, Nicole arrancó el motor. Al llegar al hotel, ella bajó del auto y, como si temiera que la retuvieran, se dirigió hacia la entrada. Nicole se volvió hacia César, quien se sentó en la fila
trasera.
-Jefe, ¿por qué no le dice a la señora el verdadero propósito de su regreso a la capital?
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