Capitulo 337
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Capítulo 337
-Ella se tomó unos días libres-le explicó la jefa de enfermeras.
Iván se llenó de preocupación.
-¿Y cuándo regresará?
-Eso no lo sabemos. ¿Necesita algo?
-Es que…
Iván tragó saliva, conteniendo sus palabras.
En ese momento, Nicolás se acercó a ellos.
-Regresará en unos días, señor Soto. Si necesita algo, puede consultarme primero.
-¡Él es uno de nuestros mejores expertos! Cualquier problema que pueda resolver la doctora Sánchez, el doctor Gómez también puede hacerlo -comentó la jefa de enfermeras con una sonrisa.
Iván forzó una sonrisa con amargura.
-No se trata de una consulta médica… Mejor olvídenlo…
Dicho esto, se dio la vuelta lentamente para irse, pero Nicolás entrecerró los ojos y lo detuvo con una pregunta:
-¿Es por lo de su hija?
Iván se detuvo en seco, sorprendido.
***
Al regresar al hotel, Celia se encontró con Nicole en la entrada. Al ver el Bentley estacionado no muy lejos, supuso lo que ocurría. Se acercó al auto y tocó ligeramente la ventanilla.
La ventanilla trasera bajó lentamente, revelando el perfil del hombre dentro.
-Señor Herrera, ¿me buscaba?
-Hoy fuiste a ver a un abogado -afirmó, no preguntó.
Celia se tensó por un instante, pero logró forzar una sonrisa.
-Sí, vi a un abogado. Aunque es una lástima que usted sea visto como una bestia feroz en ese gremio. Nadie acepta mi caso.
Él sonrió levemente.
-Entonces no te divorcies de mí.
La sonrisa de Celia se desvaneció. Permaneció en silencio.
-La abuela sabe que regresaste a la capital. Me pidió que llevara a la casona… —dijo César y añadió con calma
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Capitulo 337
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tras una pausa de varios segundos-: Para cenar con la familia.
–Ya pagué mi deuda de gratitud con la abuela. No creo que deba asistir a la cena por ella.
Justo cuando se disponía a irse, César apoyó el brazo en la ventanilla y la detuvo.
—Mientras no nos divorciemos, sigues siendo su nieta política.
Uf… Celia apretó los dientes, dio media vuelta y subió al auto. Él sonrió, sin decir nada más.
Cuando llegaron a la casona, Marina, quien no había visto a Celia desde hacía tiempo, se sorprendió mucho. Al verla, se apresuró a saludarla y a preguntar por su bienestar. Celia se quedó varios pasos detrás de César, conversando con Marina. Él seguía avanzando, sin esperarla.
Pronto, entraron a la sala acompañados de Marina. Macarena y Rocío también estaban allí conversando. Al ver a Celia, las expresiones de ambas se tornaron ligeramente extrañas. Al mismo tiempo, Valeria bajó las escaleras
con Marta.
-¡Celia! ¡Has regresado!
Celia la saludó con un breve gesto de cabeza.
-Estoy de vacaciones y me quedaré aquí unos días.
Rocío la miró de arriba a abajo.
-Pero si ya te divorciaste de César, ¿por qué…?
Antes de que terminara, Macarena la tomó del brazo, indicándole que no dijera tonterías. Aunque todos lo sabían, sacarlo a la luz era algo diferente. La mirada indiferente de César pasó por Rocío antes de dirigirse a la abuela; luego, él cambió de tema.
-Ella rara vez regresa a la casona. Marta, por favor, prepáranos la cena.
-Tienes razón.
Valeria se volvió para dar instrucciones a Marta y luego hizo un gesto a Celia para que se sentara a su lado. Celia no quiso rechazar el gesto de la anciana y se sentó junto a ella. Las dos empezaron a charlar sobre el proyecto de nanoterapia.
Macarena y Rocío intercambiaron una mirada. Rocío, entendiendo la intención de su madre, se levantó discretamente y salió de la sala, mientras Macarena le servía una taza de té a Celia.
-Celía, has estado fuera tanto tiempo… Te quedarás a descansar esta noche, ¿cierto?
-Yo no…
-Se hospeda en un hotel -explicó César.
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