Capitulo 354
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Capítulo 354
Pero, ahora aún no era el momento de desenmascararla.
-Ana, mientras yo no esté contigo, trata de evitar quedarte con ella a solas. Si surge alguna urgencia, puedes pedir ayuda a Dylan o a Estrella, ¿de acuerdo?
-Entendido.
Celia regresó a su habitación de hotel. Cuando iba a abrir la puerta, recibió un mensaje de Nicolás:
“Es mi primera vez en la capital. ¿No me invitarás a comer como la anfitriona?”
Celia parpadeó. Casi se olvidaba de que Nicolás también estaba en la capital…
“Voy a cambiarme, espérame un poco”.
“De acuerdo”.
***
Rocío salió del centro comercial con varias bolsas de marcas de lujo. Se acercó a un convertible rojo mientras hablaba por celular.
-Mamá, ya sé. Estos días volveré a visitar a la señorita Rojas para mejorar la relación. Quédate tranquila, ¿de acuerdo?
Al voltear, divisó a lo lejos una figura familiar.
-¿Celia?
Sin esperar la respuesta de Macarena, colgó. La persona junto a Celia no era Ben ni Alfredo, sino otro hombre que no había visto antes. Al pensar en su hermano, que aún estaba en la UCI, a Rocío le hirvió la sangre. Arrojó las bolsas al asiento del auto, cerró la puerta de golpe y se dirigió hacia donde estaban ella y el hombre.
Nicolás observó los edificios comerciales y las tiendas a su alrededor y sonrió.
-En Rivale también hay centros comerciales. No tienes por qué traerme a estos lugares tan parecidos, ¿no?
-No te preocupes. Es que no lo sabes. Te estoy llevando por un atajo. A una distancia de aproximadamente un kilómetro de aquí, hay un mercado de segunda mano muy divertido. Allí se venden antigüedades y curiosidades. También hay muchos artistas callejeros. Podremos tomar un café allí o jugar ajedrez en el parque. Así experimentarás la vida local. -Ella le explicó.
Al ver su expresión, Nicolás no pudo evitar reírse.
-Ah, ajedrez… ¿Sabes jugar ajedrez?
Ella asintió con seriedad.
—Sí, un poco.
-Entonces tendré que jugar contigo.
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Al llegar al mercado, el ambiente era diferente al bullicio comercial de las calles principales. Aquí había más sabor local y un ambiente relajado. Celia caminaba delante de él.
-Doctor Gómez, ¿qué te parece? El ambiente aquí es diferente al de Rivale, ¿cierto?
Él sonrió.
-Sí.
-Recuerdo que al maestro le gusta coleccionar antigüedades. Voy a llevarle un regalo. -Propuso ella y entró en una tienda de artículos de colección. Ella buscó durante mucho tiempo en la tienda, sin encontrar algo que le pareciera adecuado. Al final, le preguntó a Nicolás:
-¿Qué le gustaría a tu abuelo?
-¿No conoces los gustos de tu maestro?
Ella se quedó sin palabras.
–
-Es que temo equivocarme y que él se disguste.
-No lo hará. -Sonrió Nicolás mirándola-. Mientras sea un regalo tuyo, él se sentirá feliz.
Celia no esperó esa respuesta.
En ese momento, el dueño de la tienda se les acercó sonriendo.
-Buenos días, parecen ser una pareja, ¿cierto? ¿Están buscando un regalo para un mayor?
¿Pareja? Celia reaccionó e intentó aclarar.
-No somos…
Sin embargo, Nicolás habló y la interrumpió:
-Este reloj de pulsera es la obra de un diseñador famoso, ¿cierto? -preguntó él señalando con su dedo un reloj que ya parecía muy viejo.
-¡Joven! ¡Tiene muy buen gusto! -Se sorprendió el dueño y le pasó el reloj-. Puede revisarlo de cerca.
Él lo puso en su palma, observándolo.
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