Capitulo 361
Capítulo 361
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-¿Quién dijo que te admití como mi cuñada? ¡Yo tan solo estoy defendiendo a mi hermano! -exclamó Rocío mirándola con desdén. Ahora César está tan enfermo, ¿pero te vistes así tan arreglada para buscar a otro? Celia Sánchez, jeres tan interesada!
-Cuando no pedía el divorcio, deseabas tanto que me alejara de él; Ahora que se lo pido, me insultas diciendo que soy una interesada -Celia se rio con sarcasmo-. Vale, ya no importa. Si te encanta soltar bobadas, aprovecha el tiempo, porque después de esta noche ya no volverás a tener la oportunidad.
-¡Maldita! -se enojó la otra.
En ese momento, Rocío divisó a Celiana entre la multitud. Ella era la verdadera heredera de los Rojas, ¡pero se escondía allí como una rata! ¡Qué vergüenza!
Rocío apartó a Celia con un empujón y se dirigió directamente hacia Celiana:
-Señorita Rojas, este banquete de bienvenida se celebra por ti. Aunque tu familia no puso restricciones a los invitados, ¿cómo pueden permitir que alguien como esta tipa venga aquí a comer de gorra?
Su voz no era alta, pero todos los presentes podían oírla. Por sus palabras, todas las miradas se clavaron en Celiana.
-¿Ella es la hija de Ben Rojas?
-¿En serio? No se parece nada a su mamá y, parece más bien una campesina…
Ante las dudas de todos, Celiana palideció. Su plan original era esperar en silencio a que comenzara la cena. Cuando Celia hiciera el ridículo en público, aparecería entonces como heroína para ayudarla. Así se ganaría la simpatía de todos. Solo de esta manera, podría seguir aferrándose a la familia Rojas. No obstante, ¡Rocío había miserablemente arruinado todo su plan!
Al ver que Celiana la ignoraba, Rocío se abrió paso entre la gente y la arrastró al centro.
-Señorita Rojas, ¡ya te dije que te estoy hablando! ¿Es que acaso no me oyes?
Celiana estaba al borde de la exasperación y echó un vistazo a Celia, quien, balanceando suavemente la copa de vino tinto, no tenía la menor intención de ayudarla. Se armó de valor y se soltó de Rocío antes de decir en voz bajita:
-Yo no soy…
Rocío, al notar que esta estaba observando la reacción de Celia, se rio de incredulidad y fastidio.
-¡Tú eres la heredera de los Rojas! ¿Por qué le tienes miedo? ¿Acaso ella tiene la audacia de amenazarte?
En ese momento, Ben y Nicolás entraron en el salón, seguidos por Enzo.
-Señorita Herrera, ella no es mi hermana. No tienes por qué perder tu tiempo con ella -dijo Ben con calma.
Rocío miró a Ben, pero su vista se posó en el hombre a su lado y se sorprendió. Aquel tipo … ¡Era el “amante” de Celia! Pero ahora ella no tenía tiempo para pensar en eso, porque las palabras de Ben ya dejaron su mente en
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blanco.
-¿Qué demonios? ¿Que ella no es tu hermana…?
murmuró, atónita.
Rocio se volvió hacia Celiana y le preguntó de nuevo con incredulidad:
-¿Qué tú no eres la hija del señor Rojas?
Celiana bajó la cabeza. Ya estaba a punto de llorar de la aflicción que sentía. Al ver que los murmullos aumentaban, Enzo salió a aclarar la situación:
–Señoras y señores, antes me equivoqué de persona y así surgió el malentendido. La señorita Celiana Soto no es mi hija.
Rocío fulminó a Celiana con la mirada.
-¿¡Por qué no me lo dijiste antes!?
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