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Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró novel Chapter 374

Una de las enfermeras no pudo contener la risa. Le dijo a César sonriendo:

-Señor Herrera, es hora del desayuno. En un rato, le toca la perfusión.

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César asintió levemente y miró hacia Celia. Ella volvió la cabeza, negándose a mirarlo. Él se rio con impotencia y luego salió de la habitación. Después de que todos los demás se fueron, Lía se acercó a Celia y le preguntó en voz baja:

-Celia, ¿ya hicieron las paces con mi primo?

-No.

-¿Entonces por qué ustedes durmieron juntos?

Celia se rio con exasperación.

-Fue tu sin vergüenza primo quien me gateó en la noche.

Lía se quedó boquiabierta.

***

Mientras tanto, en Rivale, Sira llegó a la Clínica Estética Sonrisa siguiendo la dirección que la mujer le había dado. Una enfermera la guio hasta la oficina de la directora. Al escucharla entrar, la mujer sentada en el sillón se volvió lentamente para mirarla.

-Siga usted, señorita Núñez. Toma tu asiento.

Sira se sentó frente a ella y la examinó con cautela.

-Nunca la había visto antes. ¿Quién es usted?

Beatriz sonrió levemente.

-Por supuesto que no me conoces. Pero yo te conozco.

-¿Y cómo es que me conoce?

Al ver que Sira mantenía la guardia alta, Beatriz se levantó y se dirigió a la barra para servirle una taza de .

-Conozco a Sergio Quiroga y a su padre. Naturalmente, también te conozco -respondió ella.

Sira apretó las manos, sin decir palabra. Beatriz se acercó con la taza y la colocó frente a ella.

-Ya te dije que no somos enemigas. No tienes por qué desconfiar de .

-¿Y cómo puedo estar segura de eso?

-Mi razón es bastante simple: no quiero que Celia Sánchez regrese a la familia Rojas. Y , tampoco quieres que ella te supere, ¿no es así?

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Capitulo 374

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Las palabras de Beatriz sorprendieron a Sira. Esta mujer no solo tenía algo que la incriminaba, sino que también conocía todos sus asuntosEn este momento, si no accedía a cooperar, ¡no sabía qué podría esperarle en el futuro!

-Está bien. Acepto colaborar contigo.

***

Dos días después, Nicolás regresó a su consultorio después de sus citas médicas. Cuando pasó por la estación de enfermería, oyó a las enfermeras comentando sobre la licencia de Celia y se detuvo en seco. Las vacaciones de Celia ya deberían haber terminado, pero aún no había regresado a Rivale¿Habría decidido quedarse en la capital por César?

Pensando, no pudo evitar arrugar el entrecejo y continuó hacia su oficina. Dylan ya lo esperaba desde hacía mucho tiempo. Al ver la expresión seria y adusta de Nicolás de los últimos días, no pudo evitar bromear:

-Sin Celia a tu lado, has vuelto a ser el hombre aburrido de antes.

Nicolás se sentó y le preguntó:

-¿Y cómo era yo antes?

-Un muro de hielo impasabledijo Dylan-. Pero desde que llegó Celia, ya dicho muro se había derrumbado.

Nicolás se puso más serio.

No tiene nada que ver con ella.

Dylan emitió un sonido de escepticismo, pero no insistió. En ese momento, Estrella irrumpió en la oficina. Buscaba a Dylan y, al encontrarlo allí, le exclamó:

-¡Dylan, sal un momento!

-¿Yo? -Dylan señaló su propia nariz.

-¡Rápido! ¡Es urgente!

-¿Qué fue lo que sucedió?

-El hermano de Celia no está en Montaña Dorada, ¿cierto? ¡Ana me llamó y me dijo que alguien se lo había llevado!

Dylan se quedó aturdido por unos segundos. Recordó vagamente que Ana, una enfermera, era efectivamente amiga de Celia, y que esta última le había pedido que ayudara un poco a su amiga. Nervioso, él miró a Nicolás. Nicolás se puso de pie de inmediato.

-¿Dónde está él ahora?

***

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