Capítulo 389
-Carlos…
Celia no esperaba esa fuerte reacción de Carlos. Iba a consolarlo, pero él le suplicó:
-Celi, ¿puedes pedirle que se vaya? No quiero verlo…
Preocupada de que sufriera otro shock, ella se levantó y se acercó a César.
-Sal por ahora, por favor.
Él no se movió. Miró a Carlos y le dijo:
-Sé que me guardas rencor. Es cierto que soy responsable de las acciones de Sira. Pero te prometo que no la dejaré en paz.
-No te creo.
Él apartó la cara. Algunas cosas eran imposibles de borrar. Celia guardó silencio. Solo tomó a César del brazo y lo sacó al pasillo.
-Él no quiere verte y tú lo estás molestando. Ya no puede soportar más estrés.
La voz de César sonó ronca y apagada.
-Tú y tu hermano me dijeron las mismas palabras…
Aquella vez, ella también le había dicho que ella no le creía… Celia no entendía a qué se refería y tampoco quiso profundizar en eso. Solo desvió la mirada y le ordenó:
-Vete.
Sin embargo, él se le acercó aún más.
-Puedo irme, pero tienes que responder la pregunta que te hice en el ascensor. ¿Por qué me mentiste?
Ella se detuvo en seco, sin decir nada.
-Desde el principio, pudiste decirme que era para él.
-Y si te lo hubiera dicho desde el principio, ¿me habrías dejado dárselo?
Como él lo había visto, ella no tenía por qué seguir ocultándolo.
-¿Debo decirte a quién doy mis regalos?
Su pecho se agitó.
-¡Pero no debiste mentirme!
-Tú puedes mentirme, pero ¿yo no puedo hacerlo? -Celia lo miró, con sus ojos enrojecidos-. César, la noche que Sira regresó al país, dijiste que estabas trabajando horas extras en la oficina. ¡Pero tu hermana me envió una
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Capitulo 389
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foto mostrándome que estabas con ella! Dime, ¿necesito que siga recordándote todas esas cosas?
Un nudo le bloqueó el aire a César y su mandíbula se tensó. Esa noche, en efecto, no había estado en la oficina. En ese momento, Celia le había enviado un mensaje. Para evitar malentendidos, él había…
-Pero, eso… es diferente…
-¿En qué es diferente? En esencia, también fue una mentira, ¿no?
Se quedó sin palabras. Su expresión se llenó de desolación. Celia también se acercó a él.
-Nunca he dicho que te haya perdonado. Así que deja de exigirme porque ¡ya no funciona!
Ella sonrió y continuó, sin piedad.
-Además, ya me encerraste, me forzaste a tener relaciones contigo… y ¿el resultado fue diferente? Ahora, tengo a mi padre y a mi hermano. Ya no voy a tragar mi orgullo y aceptar lo que sea para evitar problemas.
Después de terminar sus palabras, ella pasó junto a él y se alejó. César permaneció inmóvil, abatido. Había cosechado lo que sembró. Era todo eso el resultado de sus acciones… Valeria le había dicho que algún día se arrepentiría y esas palabras se clavaron en su corazón…
De repente, sonó su celular. Era una llamada de Nicole. Él contuvo sus emociones y contestó.
-Jefe, encontré al padre adoptivo de la señorita Núñez, así como algunas pistas sobre la persona que la respalda.
***
Al mediodía, Celia buscó la tarjeta de presentación de Beatriz y la llamó. Tras un momento, alguien contestó.
-Hola.
-Celia Sánchez está hablando -respondió, con calma.
Beatriz pareció sorprenderse antes de reírse.
-Ah, eres tú. No esperaba que me llamaras.
-Yo tampoco esperaba que usted tuviera una relación de parentesco con la familia Rojas. Debería llamarla “tía Beatriz“, ¿cierto?
-¿Fue Ben quien te lo dijo?
Ella se paró junto a la ventana de la escalera de emergencias, mirando a lo lejos.
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