Capítulo 411
Sira se impactentó
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-¿De qué están hablando? ¿Acaso las conozco?
Al oír esto, la mujer de cabello corto, que parecía ser la líder, se enfadó. Se levantó y se acercó a bira in medier prés d una cachetada. La fuerza del golpe hizo que Sira cayera al suelo. Cuando reaccionó, ya estaba rodeada por las tres mer
La mujer de cabello corto le agarró el pelo con fuerza, obligándola a mirarla.
-Abre los ojos y mira dónde estás. ¿De qué te sirve esa arrogancia?
-No, amigas… Creo que se equivocaron de persona.
Sira, al notar la hostilidad de las tres mujeres, cambió de actitud.
–
-No nos equivocamos. Tú eres… ¿cómo te llamas? ¡Ah, sí! Sira Núñez, ¿no? -La mujer de cabello corto le agarro la mandibul -¿Necesito recordarte las cosas que hiciste?
Sira estremeció de miedo y empujó bruscamente a la mujer.
-¡No sé de qué están hablando! ¡Ahora todas estamos en una comisaría! Si se atreven a lastimarme, tampoco les trá bles
Otra mujer un poco regordeta se cruzó de brazos.
-Ah, ¿así que sabes que estás en la comisaría? Pero tú también hiciste lo mismo antes, ¿no?
-¿Qué quieren decir…? -Sira se tensó de inmediato.
La mujer de cabello corto no le dio tiempo para pensar y le dio una patada. Sira suplicó entre gemidos, encogiéndose haja golpes y patadas de las tres. La cámara en la esquina, sin que nadie supiera cuándo, ya había sido apagada. No tue hasta que Sifar estuvo al borde de la inconsciencia que el oficial de guardia acudió finalmente.
-¿¡Qué están haciendo!?
Sira yacía en el suelo, con un dolor intenso en todo el cuerpo. Un zumbido agudo llenaba sus oídos, impidiéndole escuchar lo que sucedía a su alrededor. Solo sabía lo mucho que le dolía, como si le hubieran roto varios huesos, y un liquido caliente le carria por la sien y la mejilla.
En ese momento, de repente recordó a una persona: Carlos Sánchez.
***
Después de salir de la comisaría, Celia acudió a la invitación de la señora Juárez. Estaba jugando las cartas con la selera ar y la señora Sanz.
Era la primera vez que Celia jugaba. La señora Juárez le explicó una vez y, después de un par de rondas, ella ya había aprendado las reglas e iba ganando bastante dinero.
La señora Sanz bromeó:
-¡Es suerte de principiantes! Si jugáramos por más dinero, esta noche probablemente lo perderíamos todo.
La señora Romero descartó unas cartas y preguntó de nuevo con incredulidad.
-Celia, ¿en serio es tu primera vez jugando?
Ella sonrió con inocencia.
-si…
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Capitulo 411
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– Tienes tanta suerte… La primera vez que mi hijo jugó a las cartas por mí, perdió hasta quedarse sin un centaurs. She porsjjé muchísimo.
Su hijo es Dylan, ¿cierto?-Celia la miró.
La señora Romero sintió esperanza de ganar y se alegró.
-Sí, está en la misma clínica que tú. Qué lástíma, aún es un joven inmaduro. Si fuera tan responsable como Nicates, no me preocuparía tanto.
La señora Juárez rio al oírlo.
Dylan todavía no tiene treinta años. A su edad, es normal ser inmaduro.
Las tres señoras comenzaron a hablar de sus hijos, y Celía no pudo intervenir en la conversación. Esta vez la señora oinez gand Quizás porque las otras dos señoras habían perdido demasiado, encontraron una excusa y terminaron el juego.
Después de que se fueron, la señora Juárez pidió que les sirvieran un poco de postre. Cuando la empleada se retino, de sepente preguntó a Celia:
-¿Esa Beatriz todavía te está molestando?
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