Capítulo 428
Celia retiró la mirada sin inmutarse y le respondió con calma:
-Voy a bajar.
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Yolanda miró a César y, al ver que permanecía en silencio, no insistió. Mientras las puertas del ascensor se cerraban, Celia no levantó la cabeza, evitando la mirada de César. Permaneció frente al ascensor durante algunos segundos, hasta que la voz de Ana la sacó de sus pensamientos.
-¡Celia!
Celia volvió bruscamente en sí.
-¿sí?
-Estrella… Ah, digo, Luna, ¿sabes por qué no ha vuelto? Lleva tres días sin responder mensajes ni llamadas. He estado en su apartamento, pero tampoco estaba allá -explicó Ana muy preocupada-. Ella mencionó que su familia la estaba presionando para casarse. ¿Puede que…?
Celia de repente recordó que, efectivamente, hacía días que no veía a Luna. Pensando, marcó el número de Luna, pero estaba apagado. Ana palideció ligeramente.
-¿Le habrá pasado algo malo?
-No creo que su familia la encerrara… -Celia se tornó seria, sin poder asegurarlo. Iré a la casa de sus padres por la tarde.
***
Mientras tanto, Yolanda y César salían del ascensor. Al notar su expresión tensa y su mirada resentida, ella sonrió.
-Si quieres verla, ¿por qué no vienes a buscarla? Hoy buscaste una excusa para venir aquí y encima me traes a mí. ¿No temes que ella se ponga celosa?
César dudó un instante, pero lo negó.
-Ella no se pondrá celosa.
Yolanda se detuvo y lo miró con sospecha.
-Entonces, ¿de verdad vas a cederle el paso a mi hermano?
Él guardó silencio. Quería hacerlo, pero temía que se arrepintiera al final…
-Esta relación aún no ha llegado a su final. No vas a rendirte ahora, ¿cierto? -Sonrió Yolanda-. Antes de que Nicolás te quite lo que más quieres, todavía tienes oportunidad.
César la miró.
-Tu hermano te importa más, ¿no? ¿Por qué me ayudas a mí y no a él?
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Capítulo 428
-Precisamente porque él es la persona más importante para mí, no quiero verlo sufrir.
César guardó silencio.
+25 BONUS
Por la tarde, Celia fue a la casa de los Ruiz, pero dio la casualidad de que la pareja no estaba en casa. Solo se encontraba la empleada doméstica.
-El señor y la señora salieron esta mañana. Probablemente regresen más tarde. ¿Quiere pasar a tomar una taza de té?
Ella sonrió y rechazó con cortesía.
-No, gracias. Es que esperaba ver a Luna.
-La señorita no ha estado aquí estos días.
-¿No está aquí?
La empleada asintió y le explicó:
-No. Desde que se mudó, rara vez regresa. Las pocas veces que viene, siempre se va después de discutir con sus padres. Y estos días, no la he visto…
Celia apretó los labios. No estaba en su residencia, ni en casa de sus padres… ¿Adónde se habría ido?
En la villa de la familia Quiroga, la empleada doméstica llevó el almuerzo a la habitación del segundo piso. El guardaespaldas que la custodiaba le abrió la puerta. Luna estaba acurrucada en la cama, de espaldas a la puerta. Aunque tenía mucha hambre y se sentía débil, ni siquiera miró la comida que la empleada le acercaba.
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