Capítulo 65
El anochecer caía sobre la ciudad. Fuera de la ventana, las luces neón iluminaban la oscuridad.
Celia estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas, revisando en su laptop el plan quirúrgico para el día siguiente.
En ese momento, sonó su celular. Era una llamada de Carlos. Al contestar, la voz entusiasta de su hermano resonó al otro lado de la línea.
-¡Celi! ¿Has olvidado que pasado mañana será mi cumpleaños? ¿Vendrás con César a mi fiesta?
Celia parpadeó sorprendida y revisó la fecha en su celular: era el 10 de junio. El tiempo volaba…
-No lo olvidé-le respondió con una sonrisa leve, pero luego añadió-: Pero no puedo asegurarte que César
vaya.
Carlos iba a responder cuando Fabio le arrebató el celular.
-Celia, celebraremos una fiesta de cumpleaños para Carlos. Tienes que venir con César, ¡sin excusas! Es importante para Carlos -le ordenó Fabio.
-Papá, no la presiones… -intervino Carlos.
-¡Cállate!
Carlos recuperó su celular y se dirigió hacia la puerta para alejarse del alboroto antes de continuar.
-No le hagas caso. Si César no puede venir, no importa. Con que tú estés, me basta.
La voz de Celia se quebró ligeramente al responder.
-De acuerdo.
Después de la llamada, se quedó aturdida mirando la pantalla en silencio. Cumpleaños… Desde los ocho años, nadie había celebrado el suyo. Pero, no quería decepcionar a Carlos…
Empezó a escribir un mensaje para César en el celular. Lo editó varias veces, quitando y poniendo palabras, hasta que sonó lo suficientemente natural. Al final, le envió el mensaje.
Como era costumbre, no recibió ninguna respuesta. Decidió no esperar. Dejó a un lado el celular y siguió trabajando.
A la mañana siguiente, Celia salió de su habitación y se detuvo al ver a César en la sala, pero Margarita había pedido un día libre…
-¿Cuándo llegaste? -le preguntó, conteniendo la inquietud.
-Anoche –le respondió él, hojeando una revista frente a una porción de desayuno inglés.
-Yel mensaje que te envié anoche…
-Lo ví.
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Capitulo 65
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-Entonces, ¿irás?
Él levantó la cabeza, clavando su mirada en ella.
-¿Quieres que yo vaya?
Celia contuvo un suspiro y le devolvió la pregunta.
-¿Irás o no?
Él volvió a su revista.
-Depende.
Celia se quedó sin palabras… Aparentemente, él no iría. Pero, ella nunca había albergado muchas esperanzas en
eso.
Cuando se disponía a irse, César la detuvo.
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