Capítulo 80
Al día siguiente, Margarita trajo, como de costumbre, el desayuno para Celia. Al llegar a la clínica, reconoció el Rolls-Royce parado frente a la entrada. Un guardaespaldas le abrió la puerta y César salió del vehículo,
abrochándose el saco.
-Buenos días, señor. -lo saludó Margarita con una leve inclinación.
La mirada de César se posó en el termo que llevaba. 1
-¿Desayuno para quién? -le preguntó el hombre
-Es… para la señorita. -respondió ella, algo avergonzada. Le había prometido no revelarle nada, pero ¿cómo negarse si este le preguntaba de frente?
César guardó silencio por un momento, luego le preguntó:
-¿Qué le ocurrió?
Ella le dirigió una mirada de culpa. ¿Este hombre no sabía que su esposa estaba hospitalizada? Mientras pensaba, creía la compasión hacia Celia. No sabía qué ocurrió entre la joven pareja: ella le ocultó su situación mientras él no tenía ninguna prisa.
-Está hospitalizada. Le traje el desayuno.
-¿Está hospitalizada? -César se puso serio-. ¿Desde cuándo?
—
-Desde hace tres días. Ella no quiso preocuparlo, por eso pidió que no se lo dijera. Se apresuró a explicarse al ver la cara del joven.
De pronto, sonrió con ironía.
-¿Así te lo dijo?
Ella asintió con honestidad. Las palabras de Celia habían sido más o menos así…
-Bien. Puedes seguir. —dijo él, sin mostrar prisa por entrar al hospital.
Confundida por su indiferencia, tragó las palabras que quería decir y se fue.
En el pabellón, dos oficiales tomaban la declaración de Celia. Le presentaron a ella información básica del agresor. Le dijeron que este tenía antecedentes psiquiátricos. Durante episodios psicóticos había lastimado a varias personas. Había registros en distintas comisarías. 1
Celía los miró perpleja.
-Pero… ¿por qué vino donde trabajo? ¿Y por qué me eligió como su objeto?
Los policías intercambiaron una mirada. Era cierto que la coincidencia era sospechosa. Pero, tanto los registros de otras jurisdicciones como su historial psiquiátrico presentado por el peritaje médico no podían confirmar sus problemas de violencias incontrolables. De no haber estas pruebas, sospecharía que este tipo se había hecho pasar un loco,
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Capítulo 80
+25 BONUS
-Señora Sánchez, no podemos imputar cargos a alguien declarado inimputable. Incluso si decidiera demandarlo, el tribunal solo podría pedir una compensación económica para usted. Ahora sus familiares ya aceptaron la indemnización. Si está de acuerdo con la solución, procederemos con los trámites correspondientes.
Celia bajó la vista y tomó aire para calmarse.
-Está bien. Acepto la solución.
Apenas salieron los oficiales, entró Margarita con el desayuno. Dejó el termo sobre la mesa y la, como si quisiera decirle algo.
Celia lo notó y levantó la cabeza sonriendo.
-¿Quieres decir algo? Adelante.
-Señorita… -dudó Margarita—, en el camino me encontré con el señor.
Celia se detuvo, pero mantuvo una sonrisa serena.
-Ah, ¿sí?
-Me preguntó sobre su hospitalización y se lo dije.
Margarita no sabía cómo mentir. Nunca ocultó sus pensamientos y era una persona muy directa. Por eso, Celia la había elegido entre más de treinta candidatas. Aunque no tenía tantas experiencias ni tan alto nivel de educación como las otras, era una persona honrada y trabajadora.
Celia sonrió impotente.
-No te preocupes. No es tu culpa.
Al escucharlo, ella se alivió.
***
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