Capítulo 91
Capítulo 91
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Al contestar, Celia escuchó los llantos desgarradores de Rosa en el otro lado de la línea.
-¡Carlos… Carlos está gravemente herido!
El mundo pareció detenerse. Un zumbido ensordecedor llenó los oídos de Celia.
Inmediatamente, acudió a la sala de emergencias de la Clínica Central.
Rosa, hundida en una silla, lloraba desconsoladamente. Fabio, a su lado, mostraba una cara seria y perdida. Parecía que había sufrido un envejecimiento repentino con el cabello ahora plateado.
Celia interceptó a una enfermera con voz urgente y le preguntó:
-¿Qué le pasó al paciente?
-Es el traumatismo craneoencefálico por golpe en la cabeza. Sufrió un shock hemorrágico. Ahora el médico está
a cargo.
“Un golpe. ¿En la comisaría? No puede ser…”
Con los puños fuertemente apretados, se quedó inmóvil en su lugar, mientras todo su cuerpo temblaba violentamente. De pronto, irrumpió en el quirófano.
El personal iba a detenerla, pero al reconocerla, alguien le preguntó, confundido:
-¿Doctora Sánchez? ¿Por qué está aquí?
-¡Es mi hermano! ¡Yo me encargo! -anunció, dirigiéndose hacia las batas estériles.
El asistente del doctor Martínez lo impidió.
-¡El protocolo prohíbe operar familiares! ¡Confíe en el doctor Martínez!
Mirando a la persona que estaba en la mesa de operación, su voz sonó mecánica.
-No es falta de confianza… Quiero ayudar…
-En su estado, no es capaz de ofrecer ayuda… Usted misma nos enseñó que un médico debe mantener la calma. Mirese, ¿acaso está en condiciones?
Esas palabras la golpearon como un balde de agua fría. Observó el monitor cardíaco y, al ver las líneas verdes, aunque débiles, mantenían un ritmo constante.
-Lo siento. Es que me preocupo mucho…-se disculpó con el joven.
-Comprendo su situación. Él es su familia. Podrías esperar fuera del quirófano -el joven la consoló con
ternura.
Celía recorrió el quirófano con la mirada, luego salió del espacio.
Al salir, Rosa se aferró a su brazo temblando.
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Capitulo 91
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-Celia, ¿cómo está Carlos…?
-Estará a salvo.
Al escucharla, Rosa se calmó un poco. Con la voz entrecortada, acusó:
-Con vigilancia constante… ¿cómo pudo pasar esto? ¿Cómo se atrevieron a hacerlo?
Fabio permaneció callado. Parecía que ya sabía la respuesta.
Si el detenido fue golpeado en la comisaría, ¿quién asumiría las responsabilidades? ¿Y quién tenía ese poder? Celia ya tenía la respuesta. Sin decir nada más, entró al ascensor.
***
En la habitación de Sira, César hojeaba una revista mientras que ella tomaba la sopa que le había traído. Ella le mostró una sonrisa dulce.
-Gracias por venir a acompañarme, así como por la sopa que me preparaste. Es deliciosa.
Él levantó la cabeza y cerró la revista.
-Dijiste que te gustaba esta sopa de mariscos. Así que te la compré.
Ella forzó una sonrisa cuando escuchó que no fue él quien la había cocinado. Pero, al menos, recordaba sus preferencias.
-Aún lo recuerdas…
Asintió él distraídamente.
-Lo siento por lo del secuestro -se disculpó. 1
-Contigo aquí, no tengo miedo.
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