Capítulo 121
Capítulo 121
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César se apoyó en la mesa alta, observándola con una mirada siniestra. Celia no sabía cuánto tiempo él había pasado mirándola así.
Vestía un traje impecable de color negro, con su cabello corto peinado con precisión militar. El César que ella conocía era indiferente y distante, como si nada de este mundo le importara. Pero ahora detectaba algo distinto en su mirada… Parecía un ardor de pasión casi imperceptible, que la quemaba sin piedad.
Celia apretó instintivamente su copa y desvió la vista con serenidad. César también apartó los ojos, brindando con otro invitado que había ido a conversar con él. Como siempre, en público fingirían ser dos desconocidos.
Al liberarse de las conversaciones sociales, Ben se acercó a Celia.
-Estás aquí.
-¿Ya terminaste las conversaciones? -Ella le sonrió.
Ben le hizo un breve gesto como respuesta y luego miró a Alfredo.
-Es todo un honor, señor Rojas–Saludó Alfredo mientras le extendía la mano con educación.
-¿Es usted el nieto de Zack Suárez? -preguntó Ben, estrechándole la mano brevemente.
-¿Conoce a mi abuelo?
-Lo conocen mis progenitores.
Detrás del intercambio cortés, escondía una tensión inescrutable.
Cuando Celia giró para alejarse, chocó contra una figura masculina. Su labial dejó una marca carmesí en la camisa del hombre. El aroma a detergente que le resultaba tan familiar… Se paralizó.
César primero miró la mancha en su ropa, luego alzó la vista.
-Señorita -dijo él con voz grave-, su pintalabios ha dejado huella en mi camisa.
Su comentario atrajo innumerables miradas curiosas.
Celia se sintió incómoda. Pero, de inmediato se controló y luego le respondió con una sonrisa educada.
-Disculpe, señor Herrera. Fue sin querer.
Mientras hablaba, sacó un paquete de servilletas de su bolso.
-¿Quiere que lo limpie? -Se ofreció.
César no se movió, ni aceptó la servilleta. En ese momento, se escucharon varios comentarios llenos de envidia.
-¡Qué buena suerte tiene esa señorita! No solo tiene a Alfredo y Ben a su lado, jahora César también está charlando con ella!
-Con esa cara, ellos también te rodearían.
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Capítulo 121
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-Nunca he tenido tanta suerte.
Celia dudó varios segundos antes de responderle con una sonrisa indiferente.
-Ah, disculpe. Olvido que detesta usar cosas de extraños.
Justo cuando Celia iba a retirar las servilletas, él le agarró la muñeca. El repentino movimiento la hizo contener la respiración. Ella quería liberarse del agarre, él la apretó con todavía más fuerza.
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