Capitulo 254
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Capítulo 254
Por la noche, Alfredo citó a Nicolás en una taberna. Cuando Nicolás llegó, lo encontró solo en la barra bebiendo con amargura. Aunque siempre había sido sociable, tenía la cara sombría, ignorando a las bonitas que se le acercaban a conversar. Él pidió al tabernero un vaso de agua con limón. Apoyándose en la barra, lo miró.
-¿Qué te ocurrió? -preguntó en tono bromista.
Él llenó su copa de nuevo.
-Nada, solo me siento un poco irritado. Necesitaba hablar con alguien, pero nadie puede
acompañarme.
Guardó silencio. El tabernero colocó el vaso sobre la mesa. Nicolás lo tomó y chocó con su
copa.
-Di lo que tengas que decir. Somos amigos y te conozco muy bien.
Alfredo dudó un instante, antes de vaciar su copa de un trago. Tras un momento, le mostró a
Nicolás una foto en su celular. La escena le resultaba familiar.
-¿Tú la tomaste? -preguntó Nicolás.
Alfredo evitó su mirada.
-Quería enviársela a César.
Él dejó su vaso y lo agarró por la camisa.
-¿Cuándo te convertiste en así por una mujer?
-¿Y tú? -replicó. Me prometiste que si tenías noticias de ella, me lo dirías. Pero supe hace poco que ya la habías visto. Conoces lo que hubo entre nosotros… ¿También sientes algo por ella?
-No soy como tú. —Lo soltó y habló con voz calmada—. Al menos yo sé que aún no está
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divorciada y tengo principios. ¿Pero qué hiciste tú? La usaste, te acercaste a ella, ¿y al final exiges su perdón? ¿Alguna vez consideraste sus sentimientos?
Alfredo se atragantó con sus palabras. Una pesadez opresiva llenó su pecho. Admitía que al principio solo había querido usar a Celia. Después hubo momentos de duda, en los que no quiso herirla más. De no ser por la muerte de Rosa, quizás aún estaría engañándose a sí mismo. En el fondo, ya se había arrepentido desde hacía mucho.
Después de un largo silencio, Alfredo clavó la mirada en Nicolás para capturar su reacción.
-No nos enfrentaremos por una mujer, ¿cierto? -le preguntó.
Él bebió despacio su agua.
-El problema no está en mí. Eso depende de ti.
Dejó el vaso, enfrentando la mirada de él.
-Por supuesto que no quiero que lleguemos a esa situación irremediable. Al menos, por ahora, no haré cosas así.
Tras su respuesta, Alfredo no dijo nada más.
***
Dos días después, el equipo del doctor Adler llegó al hotel de Rivale. Antonio y varios expertos los recibieron en el vestíbulo. El doctor Izan Adler y Antonio se habían conocido en un evento de intercambio académico. Al reunirse, se saludaron como viejos amigos.
-He oído que tiene una alumna excepcional. ¿No ha venido hoy? -preguntó Izan,
sonriendo.
-Llegará en un momento -también le sonrió y su mirada se posó en Sira a su lado—. ¿Y
esta señorita es?
Antes de que pudiera presentarla, ella se adelantó a responderle:
-Señor Gómez, es un honor conocerlo. Me llamo Sira Núñez. En el extranjero ya
conocí sus
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Capitulo 254
contribuciones a la neurología.
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The readers' comments on the novel: Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró