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Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró novel Chapter 255

Capitulo 255

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Capítulo 255

El salón de banquetes estaba lleno de actividad. Además de las eminencias académicas del

sector, también habían venido los directores de las clínicas y los ejecutivos de Nebula Tecnología Médica. Celia había llegado a la entrada. Mientras tanto, Sira apareció por el otro extremo con dos colegas de su equipo. Ella reconocería la voz de esa mujer entre mil.

Al ver a Celia, palideció antes de forzar una sonrisa.

Con que estás en Rivale.

Ella no le respondió.

—Señorita Núñez, ¿la conoces? —preguntó una de las colegas, con curiosidad.

Sira respondió en inglés:

-¿Ella? Es solo un personaje irrelevante. Intenta colarse en este círculo aprovechándose de

hombres.

-¿Qué? ¡Es tan vulgar! —Se burló una de sus colegas.

-No entiende el inglés, ¿cierto? -comentó la otra riéndose de ella.

Sira sonrió, mirándola con desprecio.

-Por supuesto que no…

-¿Para qué presumir si aquí hablamos español? —interrumpió Celia con calma—.

¿Estudiar unos años en el extranjero les da tanta sensación de superioridad? Quién es la que

se aprovechó de hombres para entrar en este círculo… Señorita, lo sabe mejor que yo, ¿cierto?

-Sira, pero dijiste que no entendía… La colega pareció avergonzada.

Ella mordió su labio e intentó refutarle:

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Capitulo 265

-¿No te aprovechaste de hombres? César está en Rivale, ¿cierto? Sin sus conexiones, ¿habrías conocido al señor Adler?

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Se refería al banquete en la capital. Lo que ignoraba era que él la había llevado por iniciativa propia, no por solicitud suya. Incluso sin ser invitada, a ella no le habría importado. Si el doctor Adler colaboraría con su maestro en el proyecto, tendría muchas oportunidades de

conocerlo.

Al ver que ella guardó silencio, Sira asumió que había tocado un punto débil. Se le acercó con

arrogancia.

-Me guardas rencor por mi relación con César, ¿cierto? Por eso te escondes acá como rata, ¿no? ¿El hecho te duele mucho? – La provocó.

Las dos colegas susurraban entre ellas, disfrutando del drama. Sira miró a Celia con una actitud arrogante, deseando humillarla frente a todos para demostrar su inferioridad. Con sus tacones altos, sobresalía por media cabeza sobre Celia, quien solo usaba zapatos planos. Pero para ella, esa arrogancia solo encubría una profunda inseguridad de una verdadera

inferior.

-¿Esconderme? -Celia la miró impasible-. Hace tres meses solicité mi traslado. Recuerdo ya habértelo dicho. Parece que no me creíste.

Sira no lo esperó, aturdida. Celia se aproximó todavía más.

-Si quisiera esconderme, lo habría hecho desde que regresaste al país hace medio año. Vine a Rivale solo para alejarme de César… y darte la oportunidad. Qué lástima que no supiste aprovecharla. -Sonrió con sarcasmo-. En lugar de ir tras él, ¿vienes a buscarme problemas? ¿Es que no quieres… o que él ya no te quiere?

-¡Celia!

Las palabras habían tocado un punto sensible. Sira se puso roja de la rabia, pero ella continuó burlándose.

-Nunca los entiendo. Cuando yo estaba en la capital, se pegaban tanto e incluso querían

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presumir en mi presencia los logros de su relación. Ahora que ya me alejé, para darte espacio, parece que ya no podrás convertirte en señora Herrera. César tampoco las toma en serio, ¿no es así?

-¡Hija de puta…! -Alzó la mano para golpearla.

Celia no se inmutó. En lugar de evitarla, le dio una fuerte cachetada en la mejilla izquierda. Sira gritó, tambaleándose. Las dos colegas se cubrieron la boca con asombro. Ella, cubriéndose la mejilla, gritó:

-¡Celia, te atreviste!

-Siempre decía que yo te tendía trampas, ¿no? —Le dio otra cachetada, manchando su maquillaje—. Ahora que te golpeé… ¿por qué no sigues fingiendo inocencia?

-¿Qué está pasando aquí? -preguntó Antonio, acercándose con otros al oír el alboroto.

Los ojos de Sira se enrojecieron al instante y acusó a Celia señalándola.

-Señor, jella me golpeó sin motivo! No sé en qué la ofendí.

Si Celia quería que ella fingiera inocencia, ¡lo haría! Con las cámaras de vigilancia como prueba, vería qué más podría hacer. Antonio entrecerró los ojos, mirándola para esperar su

explicación.

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