Capitulo 258
88%
+25 BONUS
Capítulo 258
La cuidadora sabía la relación entre ambos. Asumió que César no quería que su esposa tuviera celos, así que le entregó el botiquín a Celia sonriendo.
-Señora, les dejo el espacio.
Tras su partida, Celia permaneció inmóvil por un minuto. Tomó aire y se arrodilló junto a César con cara impasible. Lo trató como a cualquier paciente y procesó a limpiar y desinfectar la herida. Ninguno de los dos habló, sumidos en un silencio incómodo.
Al extraer los fragmentos de vidrio, ella podía escuchar la respiración acelerada del hombre, aunque no emitía queja alguna ante el dolor. Tras aplicarle medicamento, Celia vendó la herida. La mirada de César se clavó en su cara, con una sonrisa casi imperceptible.
—¿Podemos hablar? —preguntó él.
Ella dudó unos segundos, luego arregló cabizbaja el botiquín.
– No.
—Celia. —La llamó con su nombre con mucha suavidad.
En el instante en que ella alzó la vista con confusión, él se aproximó y rozó sus labios con los
suyos.
Ella se paralizó por unos segundos, luego lo apartó de un empujón y le dio una cachetada. La cabeza de César se ladeó por el golpe. Se tocó el lugar del impacto y, en lugar de enfadarse,
se rio.
-¡Ya estás loco! -Gritó ella y abandonó la habitación.
Al ver la puerta cerrarse con fuerza, César acercó su mano vendada a sus labios, besando el
nudo
que ella le había hecho.1
***
1/3
2:49 PM Sat 18 Oct
Capitulo 258
88%
+25 BONUS
Alfredo regresó al hotel, pero se encontró con Sira a la entrada. Al verla, recordó los absurdos que había cometido con ella en la capital, y… esos hechos que no quería admitir.
Había pensado que era mejor que Celia permaneciera en Rivale, así nunca descubriría lo ocurrido en la capital, lo que él había hecho contra Carlos y Fabio. ¡Pero nunca imaginó que
ella también estuviera en ahí!
Sira volvió la mirada hacia Alfredo. Al ver su expresión sombría, supo que ella no era bienvenida. Aun así, ella no cedería. Después de todo, ellos alguna vez habían estado en el mismo bando. Se le acercó con fingida dulzura.
-Señor Suárez, te he esperado mucho tiempo aquí.
—¿No deberías buscar a César, tu más amado? ¿Por qué viniste a buscarme? —Él ignoró su coquetería, pasando junto a ella para abrir la puerta con su tarjeta.
Sira moderó su sonrisa, siguiéndolo dentro.
César ya
sabe todo lo que hice.
Él se sentó relajado en el sofá, con el brazo sobre el respaldo.
-Vaya, qué lástima.
No tienes por qué burlarte de mí así. Si yo fracasé, ¿tú no, también?
Ella sonrió con falsedad. Se sentó junto a él, apoyándose en su hombro antes de continuar:
-Querías qué César sintiera derrota. Pensabas que, en linaje y negocios no podías compararte con él, pero al menos en amor ganarías. Al principio creíste que a César le importaba yo, por eso quisiste usarme, incluso dormiste conmigo. Después notaste la relación especial entre Celia y César, y comenzaste a usarla a ella. ¿No es así?
Ella mantenía en cara una sonrisa con fingida dulzura.
-Qué pena que durante ese proceso desarrollaste sentimientos reales por ella. ¿Pero de qué sirvió? César ni siquiera te consideró un rival.
2/3
 Verify captcha to read the content
Verify captcha to read the content
Comments
The readers' comments on the novel: Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró