Capitulo 259
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Capítulo 259
Sira ignoró la furia en sus ojos y se levantó.
-Puedo callarme, pero debes ayudarme con una cosa.
Alfredo habló, con frialdad:
-¿Quién te crees para mandarme?
-Si te niegas, le diré la verdad a Celia…
Apenas terminó esas palabras, él se levantó de un salto y la agarró por el cuello con
violencia.
-¡No te atrevas! -La amenazó.
La cara de ella se enrojeció. Pero en lugar de miedo, sus ojos mostraban una locura
aterradora.
—¡Atrévete a estrangularme!
-¿¡Crees que no lo haré!?
—No… —Sira apretó los dientes, con las venas sobresalientes en sus sienes y los ojos enrojecidos-. Aún no has obtenido nada. ¿Valdrá la pena arriesgar el resto de tu vida solo
para matarme?
Él dudó un instante. Al final, la soltó. Jadeando, Sira se desplomó en el sofá tosiendo. Él permaneció de pie un momento antes de volver a preguntarle:
-¿Qué más quieres hacer ahora?
-Sé que tienes buena relación con el joven señor Gómez. Quiero que me presentes.
Al oír esto, soltó una risa burlona.
-¿Cómo te atreviste a crear ese plan alegre? Nicolás no es como yo. Nunca estaría
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Capitulo 250
interesado en una mujer usada como tú.
Sira se ensombreció al escuchar el insulto.
-Si yo soy usada, ¿acaso Celia no lo es? ¡Se acostó con César!
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-Ella solo ha tenido relaciones con César. Pero tú, no solo tuviste a un hombre, ¿cierto?
Sira se quedó sin palabras, con la cara pálida. Alfredo la miró con desprecio.
—Ni siquiera César quiso tener relaciones contigo, ¿y aún pretendes subir a la cama de
Nicolás?
-¡¿Me ayudarás o no?!
—Si te ayudo, ¿qué me darás?
Te daré un secreto a cambio.
Alfredo la miró entre escéptico y curioso. Sira sonrió, sin importarle esa mirada de
sospecha.
-Puedes decidir creerme o no. El secreto es: César sufrió un secuestro en el pasado, pero perdió esos recuerdos. Es muy posible que Celia fuera la joven que lo había rescatado, aunque él no lo sabe por ahora. Yo me atribuí el mérito, por eso no me ha eliminado. Si él descubre que era Celia, ¿crees que tendrías oportunidad?
Alfredo guardó silencio. Sira se plantó frente a él, mirándolo a los ojos.
-Tarde o temprano, descubrirá que soy una farsa. Pero antes de eso, jamás permitiré que sepa que era Celia. ¡Cualquier mujer menos ella! Si yo no puedo tenerlo, ¡ella tampoco!
Alfredo apretó los puños. Sira era la mujer más demente que había conocido en su vida… Pero, al recordar la actitud de Nicolás hacia Celia, él finalmente cedió.
-Esta es la última vez.
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