Capítulo 306
Celiana se quedó estupefacta en su lugar, apretando inconscientemente la tarjeta bancaria en su mano, sin atreverse a mirar a los ojos de su madre.
Ese día, cuando ella fue sigilosamente a la habitación de Iván a tomar la tarjeta, él la descubrió. Discutieron tanto que él intentó golpearla. Después de darle un fuerte empujón, ella salió de casa. Pero, ¿cómo pudo él sufrir una hemorragia cerebral de repente?
-¡Habla! -gritó Maira furiosa, y la empujó.
Celiana retrocedió varios pasos al perder el equilibrio y la tarjeta bancaria se le cayó de las manos. Maira la vio y la recogió, sin poder creerlo.
-¡¿Por qué la tarjeta de tu padre está en tus manos?! -exclamó.
Ella no le respondió, pero Maira ya había adivinado la respuesta y le dio una fuerte cachetada. La cara de Celiana se ladeó por el golpe.
-¿¡No tienes conciencia!? ¿¡Cómo pudiste robar la tarjeta de tu padre!? -vociferó Maira.
Celiana mordió su labio, sin poder contenerse, y la miró con los ojos enrojecidos.
-¿¡Crees que quería hacerlo!? También saben muy bien cómo obtuvimos este dinero, ¿¡no!? Si no le doy el dinero a esa mujer, ¡nos delatará! ¡Solo quería cien mil! Pero papá se negó rotundamente a dármelos… ¡No tuve más remedio!
Maira se quedó sin palabras de inmediato. Cayó sentada en el sofá y se puso a llorar.
-¿Por qué…? Justo cuando vamos a empezar una vida buena, ¡pero Dios no quiere que la disfrutemos!
Celiana no quiso hacer caso a su madre llorona, así que regresó a su habitación y cerró la puerta. Al parecer, la enfermedad de su padre no tenía nada que ver con ella. Pero… Celiana sacó un cordón de pulsera de su bolsillo.
El cordón rojo estaba desgastado, con una pequeña cruz de plata opaca atada, grabada con varios caracteres. El tamaño del cordón parecía para niños. Ella encontró este cordón hoy cuando revolvía toda la habitación de su padre para buscar la tarjeta. No sabía cuánto valdría esta cruz de plata, pero planeaba llevarla a una casa de empeño otro día.
***
Al día siguiente, Celia fue a revisar la situación de Iván. Ya estaba despierto y una cuidadora le daba agua. Ella se le acercó y le preguntó:
-Señor Soto, ¿cómo se siente ahora?
Él alzó la vista hacia Celia. Al verla, se sorprendió, como si una pequeña figura se superpusiera con ella.
-¿Señor? -Celia lo llamó.
Él volvió en sí de golpe.
Capítulo 306
+25 BONUS
-Ah… Sí, ya me siento mucho mejor, pero todavía me duele la cabeza.
Ella sonrió y le respondió:
-Es normal que le duela la herida. Si el dolor te resulta insoportable, puede pedirle a la enfermera que le dé un analgésico.
-Está bien–respondió él, algo aturdido.
-Doctora Sánchez, hay unos documentos que necesita firmar.
-Bien, ya llego.
Después de darle a Iván varias instrucciones, Celia fue a la estación de enfermeras a firmar.
-¡Celia!
En ese momento, una enfermera a su lado la llamó en voz baja. Celia se dio un sobresalto y se volteó para mirarla, hasta que la enfermera se quitó rápidamente el cubrebocas y luego volvió a ponérselo.
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The readers' comments on the novel: Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró