Capitulo 331
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Capítulo 331
Celia miró la casa por la ventana del auto durante un largo rato, pero no se bajó. César volvió la cabeza para
mirarla.
-¿No vas a entrar?
Ella retiró la mirada, impasible.
-No. Después de todo, este ya no es mi casa.
-Pero, es el lugar donde creciste.
-Las personas que me importan ya no viven ahí. Para mí, no es más que una casa vacía. ¿Por qué debería sentir apego?
César la observó. Tras un largo silencio, le preguntó:
-¿Y Carlos? ¿Tampoco sientes apego por tu hermano?
Ella se quedó sin palabras y luego replicó, con fastidio:
-¡Estabas hablando de la casa!
Él mostró una leve sonrisa y pasó los dedos por su cabello.
-Cuando Carlos se recupere y regrese a la capital, la casa de tu padre adoptivo regresará a las manos de su dueño legítimo. No tendrás que preocuparte por que esos familiares despreciables de los Sánchez vuelvan a intentar quitársela.
Ella parpadeó, sorprendida. Giró la cabeza y lo miró.
-¿Qué les hiciste?
Él sonrió, pero guardó silencio. Nicole respondió la pregunta por él:
-Después de que la fábrica de Ada Jiménez y su esposo, Paco, quebró, él acumuló deudas de usura por apostar. Ada le propuso el divorcio y toda la familia ahora está sumida en el caos. No tienen tiempo para meterse en asuntos ajenos.
Celia bajó la mirada, apretó los labios. Tras un largo momento, habló de nuevo:
-César, ¿recuerdas que mi papá te pidió prestados doscientos mil hace años?
Era una pregunta para él. La mano de César, que acariciaba su argolla, se detuvo. Tragó saliva y su voz sonó ronca.
-Sí…
-En ese entonces, Paco también apostaba y debía una fortuna. No se atrevía a dejar que Ada lo supiera, así que fue a pedirle dinero a mi padre. Solicitó doscientos mil dólares. Y yo no sabía nada, en ese momento, de que mi padre había conseguido ese dinero a través de ti.
Él palideció un poco, sumido en el silencio.
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Capitulo 331
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-A causa de esos doscientos mil, me convertiste en tu mente en una cazafortunas despreciable -dijo Celia en un tono de aparente indiferencia-. En ese entonces, dijiste que detestabas la codicia de nuestra familia…
-¡Basta ya! No sigas más…
La respiración de César era pesada. Su perfil, envuelto en las sombras, se veía sombrío y lleno de sentimientos complejos. Ella mencionaba esas palabras hirientes, una y otra vez… Eran como cicatrices ya curadas, pero luego fueron desgarradas. Ella lo dejó sin poder refutarle de nuevo…
Su pecho se agitaba, mientras le decía:
-¿En qué hotel te hospedas? Te llevaré allí.
Él cumplió su palabra. Se limitó a llevarla, sin actuar con descaro. Nicole estacionó el auto frente al hotel. Antes de que Celia bajara, César tomó su muñeca y le explicó con voz grave:
-La cena que acepté era con Enzo Rojas, no con ella.
Ella retiró la mano.
-Ya lo sé.
De vuelta en la habitación del hotel, ella se apoyó contra la puerta y suspiró aliviada. Si no hubiera mencionado el pasado, era probable que él no la hubiera dejado regresar tan fácilmente.
En ese momento, sonó su celular. Era una llamada de Ben. Ella contestó. Ben habló con mucha prisa:
-¡Celi! ¿Jacob me dijo que mi padre te puso en un aprieto? Lo siento mucho, fue porque no se lo advertí antes; lo que llevó a que te malinterpretara.
Ella mostró un rastro de tristeza, pero se controló de inmediato.
-No te preocupes. Él solo estaba demasiado preocupado por tu mamá. Puedo entenderlo.
-Lo lamento mucho, es que…
-Ben, ¿puedo hacerte una pregunta? -Lo interrumpió.
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