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Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró novel Chapter 366

Capítulo 366

Celia volvió la cabeza para mirar por la ventana.

–No tienes por qué explicármelo. No me interesa saber quién es ella.

El emitió un leve sonido de asentimiento. Iba a decir algo más, pero un sabor metálico llenó su boca. Giró la cabeza y contuvo una tos con su pañuelo. Ella lo observó con semblante serio, pero al final no le hizo la pregunta, y César se recuperó pronto.

-¿Dónde te alojas ahora? Puedo pedirle a Nicole que te lleve de vuelta.

-No hace falta. Me quedo muy cerca.

Celia fijó la vista en el pañuelo que él apretaba en su mano, luego desvió la mirada. Abrió la puerta y bajó del automóvil. Al volverse, lo encontró mirándola. En su cara solo se veía una sonrisa serena. Ella se alejó sin decir nada más.

Nicole se acomodó en el asiento del conductor y, al ver que César sacaba unas pastillas, le alcanzó rápidamente una botella de agua. Él tragó la medicación de un trago.

-Jefe, ¿en serio no va a decirle su verdadera condición? -preguntó Nicole con preocupación.

-No es necesario —la mirada de César se perdió tras la ventana, incluso su reflejo reflejaba su palidez—. Aunque me muera, a ella no le importará. ¿Por qué tengo que buscarme más dolor?

Nicole no insistió.

***

Celia regresó al hotel con la mente en otra parte. En la entrada se encontró con Iván y Nicolás.

-¡Doctora Sánchez!

Al verla, Iván se acercó apresuradamente y, de pronto, cayó de rodillas frente a ella. Celia, sorprendida, intentó ayudarlo a levantarse.

-Señor Soto, ¿por qué?

-Se lo ruegoCeliana es mi única hija. Tengo toda la culpa por no haberla educado bien y permitir que tomara este camino equivocado—suplicó con los ojos se llenos de lágrimas—. He sido demasiado codicioso, anhelando lo que no le perteneceDe los ochocientos mil dólares que recibí, quedan setecientos. No he usado ni un centavo y se lo devolveré al señor Herrera. En cuanto a la parte que Celiana usó¡trabajaré hasta el último día de mi vida para devolvérselo!

Su voz ya sonó entrecortada, rogando a Celia:

-¡Por favor, se lo pido por lo que más quiera que no denuncien a mi hija! Ella solo tiene veinte añosToda una vida por delante….

Al ver que Iván la suplicaba llorando por su hija sin importarle la dignidad, Celia sentía una mezcla de sentimientos complejos. Había que admitir que, en cierto aspecto, él era un buen padre. Tras un largo momento,

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Capitulo 366

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ella habló con calma:

Yo no le guardo rencor a ella por haberme suplantado. Pero ella organizó un accidente automovilístico, que es un delito, aun cuando haya sido instigada.

Iván se quedó rígido, sin poder articular más palabras.

Ella continuó:

-Cómo la juzgué la ley no está en mis manos. Ella ya es una adulta y debe asumir la responsabilidad de sus actos. Y si de verdad quiere lo mejor para ella, este es el momento de hacerle entender que en la vida no hay atajos.

Iván se quedó paralizado en su sitio, como si hubiera envejecido varios años en un instante. Nicolás se acercó a él.

-Señor Soto, su hija sería considerada cómplice. Incluso si recibe una condena, serían solo unos años. Además, para ella, la prisión podría ser el lugar más seguro.

Las palabras de Nicolás hicieron que Iván palideciera aún más.

-¿Quiere decir?

-Si su hija regresara ahora a Rivale, ¿cree que la mente maestra detrás de todo esto la dejaría en paz? Preferiría enterrar a su hija, ¿o que perdiera unos años de libertad?

Iván guardó silencio. Poco después, recogió sus pertenencias y abandonó el hotel, como si finalmente hubiera aceptado de una buena vez la realidad.

Celia miró a Nicolás, sonriendo.

-No sabía que eras tan persuasivo. Aunque Celiana fue instigada, desde el punto de vista subjetivo, ella sabía que el accidente podía causar víctimas y, aun así, lo llevó a cabo. Su acción se considera un homicidio intencional. La sentencia no será solo unos años de cárcel.

Él también le sonrió:

-Si el señor Soto tuviera que elegir entre una hija en prisión y una hija silenciada para siempre, creo que cualquier padre elegiría la primera opción.

Celia bajó la mirada, perdida en sus pensamientos.

—¿Qué sucedió? —preguntó él, confundido.

Ella volvió en y meneó ligeramente la cabeza.

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