Capítulo 381
Celia lo miró con desconcierto, sin moverse. Marta, conteniendo su furia a regañadientes, le preguntó a César:
-¿Y tú qué piensas?
El partió el pastelito con la mano y le respondió:
-La familia Sánchez la crio. ¿Acaso quiere impedir que vaya a cuidar a su hermano y que la gente la critique por desagradecimiento?
Marta arrugó el entrecejo.
-¿No piensas en ti mismo?
Los movimientos de sus dedos se detuvieron, y su mirada se posó en la cara de Celia.
-Iré con ella.
Celia no podía procesar lo que había escuchado.
-¿Estás loco? -Marta palideció al instante-. Con tu estado de salud, ¿¡todavía quieres más complicaciones!?
-No me voy a morir todavía. Además, quedarme en la habitación todo eles aburrido. Lo consideraré
como unas vacaciones respondió él con despreocupación, sin dar importancia a su propia condición.
Marta enrojeció de ira y lanzó una mirada furiosa a Celia, pero ella la ignoró por completo.
-No necesito que me acompañes – le dijo a César.
–
-Es mi decisión. Si algo me sale mal, no será tu culpa insistió él, mirándola con sus ojos profundos.
-¡César! -exclamó Marta, con los ojos enrojecidos de rabia y angustia.
¿Cómo no iba a enfurecerse al ver a su hijo contrariarla por una mujer que ni siquiera lo valoraba?
-Mamá, ¿qué es más importante, mi bienestar o tu oposición? -preguntó César, sin inmutarse.
La pregunta de César la dejó atragantada. Al ver que Marta ya no respondía, él continuó con calma:
-Quedarme demasiado en la clínica tampoco ayuda a la recuperación. Además, mi condición no es una enfermedad incurable, ¿cierto?
Marta simplemente se quedó sin poder replicarlo. Tras un largo silencio, suspiró.
-Mi aprobación no basta. Ve por el permiso de tu papá.
-Ok–asintió él-. Ya hablaré con él.
Marta apretó con fuerza su bolso y le echó un vistazo a Celia.
-Si a él le pasa algo, no te perdonaré–advirtió.
Celia guardó silencio. Dicho esto, Marta se dio la vuelta y salió, seguida por el estruendo de la puerta cerrándose.
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Capitulo 381
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Obviamente, ya estaba furiosa.
-No tienes por qué enojar a tu mamá como así. Solo está preocupada por ti. Además, con tu salud, ¿qué podrías hacer en Rivale?
Celia lo miró fijamente. Iba a marcharse cuando él la tomó de la mano. Ella lo miró, confundida.
-Tengo responsabilidad en la tragedia de la familia Sánchez. Debo ir contigo.
Celia no dijo nada. Tras unos segundos, se liberó de su agarre.
-Como quieras.
Luego, regresó a la habitación sin mirar atrás.
**
En la sala de la casona de los Herrera, Víctor, al enterarse de que su hijo quería ir a Rivale, permaneció en silencio junto a la ventana durante un largo rato. Marta, sentada en el sofá, se secaba las lágrimas mientras se quejaba con Valeria:
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