Capítulo 231
Capítulo 231
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-¿Qué muchacho tuvo tanta suerte de casarse contigo? Pero, ¿por qué se divorcian? – preguntó la señora Juárez sorprendida, pero pronto lo aceptó.
Celia era tan bonita… Tenía una belleza muy atractiva: con una piel fina e impecable y una apariencia dulce. En cualquier círculo, ese tipo de chicas eran las más populares, sin falta de pretendientes.
Antes de que Celia pudiera responder, Antonio intervino.
-Mejor que se divorcie. Ese tipo no la merecía.
La señora Juárez hizo eco.
-Muchos jóvenes se divorcian ahora. Ya no es nada raro. Celi definitivamente merece un esposo mejor.
Celia sonrió, bajó la cabeza para comer, guardando silencio.
Después de la comida, Celia caminó junto a la señora Juárez mientras acompañaba a la pareja a su auto junto con Antonio. Nicolás los siguió sin prisa.
Una vez que se fueron, Antonio se volvió hacia Celia.
-Celi, ¿regresas a la oficina o vas a otro lado?
-A la oficina.
-Perfecto, entonces van en la misma dirección -dijo Antonio y luego miró a Nicolás. Llévala a la oficina.
Celia, recordando lo ocurrido en la oficina ese día, no quería causar más molestias.
-Maestro, puedo tomar un taxi…
Antes de que pudiera terminar de hablar, Nicolás aceptó la tarea.
-Está bien.
Celia pensó que se había equivocado… Después de que Antonio se subió al auto satisfecho, Alejandro arrancó el auto. Ahora solo quedaban ella y Nicolás a solas…
Nicolás trajo su auto. Celia, sin querer tratarlo como un chofer, se subió al asiento del copiloto. Mientras se abrochaba el cinturón, él habló de repente.
-No toques nada en mi auto.
Ella levantó las manos, confundida.
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Capitulo 231
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-No he tocado nada.
-Solo era un recordatorio.
Celia quedó sin palabras… Tras otro incómodo silencio, Celia se vio obligada a hablar.
-Doctor Gómez, no sabía que usted era el nieto del maestro…
Él murmuró un “hum” y guardó silencio de nuevo… Celia, sin querer forzar la conversación, no insistió más en entablar un tema nuevo. Llegaron a la clínica y salieron del ascensor uno detrás del otro, aunque sin interactuar.
Estrella, que acababa de terminar sus rondas, los vio. Con su carpeta de historias médicas entre los brazos, sus ojos se enrojecieron antes de salir corriendo. Celia sonrió con amargura al verla así… Otra vez, la había malinterpretado…
***
Estrella lloraba en el baño y dos enfermeras intentaban consolarla.
-Quizás fue solo una coincidencia. Además, en nuestra capital no faltan mujeres bonitas. Si el doctor Gómez fuera una persona tan superficial, no tiene por qué esperar tanto tiempo.
-Exacto. Estrella, estás pensando demasiado.
Estrella se secó las lágrimas y las miró.
-No tienen por qué consolarme. Los hombres siempre prefieren a las mujeres bonitas, lo sé. Y Celia es realmente muy linda con un aura elegante…
Las dos enfermeras se miraron. Sabían mejor que nadie que, aunque había muchas enfermeras bonitas en el hospital, casi ninguna era tan atractiva e impresionante como Celia.
La llegada de Celia ya había causado un gran revuelo en el departamento. Para muchos doctores jóvenes, Celia se había convertido en “la bella de la capital“. Incluso personas de otros departamentos preguntaban por ella, en busca de su contacto. Decían que la capital y la Ciudad de Ficus siempre criaban bellezas. Parecía que no era una mentira.
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The readers' comments on the novel: Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró