Capitulo 239
Capítulo 239
Al ver que César había colgado la llamada, Nicole salió de la casa y se detuvo a su lado.
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-Señor Herrera, según la información ofrecida por el señor Ruiz, Ben Rojas trasladó a Carlos al Centro de Rehabilitación Montaña Dorada.
César entrecerró los ojos.
-¿Montaña Dorada?
—Jefe, según lo que hemos visto, es cierto que el señor Rojas se preocupa mucho por la señora…
comentó Nicole con cautela.
–
César permaneció impasible, observando la piscina de aguas cristalinas. Alfredo le había prestado mucha atención por su interés… Entonces, ¿cuál sería el propósito de Ben? Al pensar que ella podría estar con otro hombre, el pecho de César se agitó por la irritación.
-Vámonos por allí – ordenó con voz ronca.
-Con la relación actual entre usted y la señora, si intenta algo con Carlos… -—-Nicole intentó impedirlo.
Él la observó por un buen rato, pensativo. Luego, soltó una risa burlona.
-Si incluso tú lo piensas así, probablemente ella también lo creerá…
Nicole bajó la mirada, sin decir nada.
-La compensaré —juró él.
¿Compensación…? Nicole quería decirle que la compensación tardía no serviría de nada.
***
Después de hacerse cercana a Celia, Estrella siempre la buscaba en su oficina para quedarse a comer. Cada vez que estaban juntas y alguien trataba de coquetear con Celia, Estrella siempre ahuyentaba a esos “admiradores” no deseados.
Ese día, acababan de regresar del comedor al edificio de cirugía, riendo y conversando. Al pasar por los ascensores, un hombre que salió de uno se encontró con la mirada de Celia. Su cara, que antes era sombría, se iluminó de inmediato con una sonrisa.
-¡Celia! —la llamó Alfredo.
-¡Eh! ¿Qué haces? -Estrella, sin saber la verdad, intentó interponerse, pero él la apartó.
Emocionado, le dijo sujetándole los hombros:
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Capitulo 239
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¡Celi, te he estado buscando! ¡Resulta que estás en este hospital! Lo siento, puedes hacerme lo que quieras, pero, por favor, simplemente no me ignores.
Estrella se frotó el hombro adolorido y los miró a dos. ¿Acaso este hombre era el “exesposo” al que Celia había mencionado?
Celia lo miró con serenidad. Seguía llamándolo por su nombre como antes, pero con una actitud más distante que antes.
-Alfredo, no me debes nada, y yo tampoco te debo nada. No tienes por qué sentirte culpable.
-Es que no puedo superarlo… -Alfredo parecía profundamente afligido-. Cada vez que pienso en tu mamá, me… odio a mí mismo.
Ella podía ver que lucía demacrado. Era evidente su remordimiento. Pero, ella no podía culparlo por no contestar la llamada de su mamá. Después de todo, ella había sido demasiado arrogante. Se había creído demasiado importante, pensando que Alfredo siempre la ayudaría
Para ser honesta, cuando ella se enteró de que la amabilidad de Alfredo había sido por su interés, se sintió más aliviada. De esta manera, podía considerar que esa deuda de favor ya estaba saldada.
-En serio, tu remordimiento no me parece necesario —dijo Celia y apartó sus manos—. Para mí, solo hemos vuelto al punto de partida. Aún podremos vernos, como lo hacíamos en la universidad.
Alfredo nunca esperó esta actitud de Celia. El mensaje subyacente era claro: ella ya no lo consideraba como su amigo… Al pensar en eso, él retrocedió un paso, tambaleándose.
-Celia, ¿tienes que ser tan cruel? -Él no podía creerlo.
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