Poco después, el auto de César se detuvo frente a la entrada. Salió del vehículo y abrió un paraguas.
-Te fuiste a mitad de la cena sin decir nada. ¿Aún supiste regresar ahora? -lo reprendió Víctor mientras salía del restaurante después de pagar la cuenta.
-Fue por algunos asuntos urgentes -explicó César subiendo los escalones paso a paso. Su mirada pasó por Celia y se posó en Valeria-. Abuela, yo la llevo de vuelta a casa.
Valeria asintió y lo recordó:
-Con más cuidado.
Celia se acercó bajo el paraguas de César, quien naturalmente rodeó sus hombros con el brazo antes de partir. Valeria presenció la escena, sintiendo alivio. Al principio, también pensó que la pareja joven se divorciaría de todos modos. Ahora, era evidente que su nieto finalmente se preocupaba sinceramente por ella.
***
El auto avanzaba por el camino. Celia se recostó en el asiento, intentando dormir un poco, pero sentía el estómago revuelto, casi llegándole al pecho. Después de aguantar más de diez minutos, por fin habló con dificultad:
-Detengan el auto.
Nicole, confundida, la miró por el retrovisor.
-Señora, ¿qué ocurrió?
-¡Voy a vomitar!
Al oír esto, Nicole estacionó inmediatamente a un lado de la carretera. Celia abrió la puerta del auto, tambaleó hacia unos arbustos y vomitó toda la cena. Nicole tomó una botella de agua y le dijo a César:
-Bajaré a verla.
-Dámela -César tomó el agua, bajó del auto y se acercó a Celia por detrás, golpeando suavemente su espalda –. Si no aguantas bien el alcohol, no deberías beber tanto.
Al oír su voz, las emociones de Celia surgieron de repente. Apartó su mano con fuerza.
-¿Y a ti qué te importa? ¿Acaso te importaba cuando antes yo bebía hasta vomitar y sentirme mal?
César se atragantó con las palabras. Al final, guardó silencio, dejándola desahogarse.
-César Herrera, ¿sabes qué? ¡Eres tan ciego y tan insensible! Solo tenías ojos para esa madre e hijo. ¿Alguna vez viste tanto daño que sufrí?
Él asintió con seriedad.
-Sí lo vi.
Capítulo 314
-¡Pura mentira! Solo te importaba ella, ja mí ni me veías!
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César guardó silencio de nuevo. Se masajeó la frente adolorida. Que dijera lo que quisiera… Ella mencionaba lo del pasado una y otra vez, lo que lo enfurecía, pero lo dejaba sin más alternativas que aguantarla. Su pecho se agitó por las emociones, y su mirada se posó en la cara de Celia.
-Al menos ahora te tengo en mi corazón.
Celia no esperó esta respuesta, luego giró la cabeza y vomitó de nuevo. Esta vez, César se quedó sin palabras… Cerró los ojos con impotencia durante un buen rato.
-¿Ya terminaste? -preguntó.
-¡No he…!
Antes de que terminara las palabras, César la levantó en brazos. Ella, sorprendida, forcejeó.
-¡Suéltame!
-Hablamos cuando lleguemos a casa.
Dicho esto, se inclinó y la metió en el auto.
***
Al llegar a Jardín Rosal, César la llevó a casa en brazos. Cuando Ana abrió la puerta, se quedó boquiabierta por varios segundos antes de hacerse a un lado.
-¿Ella… bebió?-preguntó preocupada.
Él asintió y la llevó de regreso a la habitación. En el momento en que Celia fue dejada en la cama, se dio la vuelta para darle la espalda. Ana se quedó en la puerta, indecisa sobre si debía entrar a preguntar la situación, pero César se volvió en ese momento.
-Podrías cuidarla, ¿por favor?
-Ah… -ella volvió en sí-. ¿No la cuidará usted mismo?
La mirada de César se posó en Celia. Tras un largo silencio, le dijo:
-Si me quedo a cuidarla, cuando despierte mañana y me vea, no se alegrará.
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